La masacre de la dignidad humana
MST Informa Año II - 42 viernes, 27 de junio de 2003
La historia de la cuestión agraria brasileña ya nos enseñó muchas
lecciones. Son luchas de resistencia de los campesinos, masacres de
millares de personas, criminalización de la lucha por la tierra;
creación y destrucción de diferentes políticas públicas; conquistas
de tierras y territorialización de los movimientos sociales,
ejemplos de éxito de los asentamientos rurales y de las
cooperativas de los pequeños agricultores. El enfrentamiento en la
lucha persistente convirtió a la muerte y el dolor en marcas del
día a día.
En ese vaivén de la vida, una y otra vez nos sorprendemos con
aberraciones de todo tipo. La más reciente, un panfleto anónimo
distribuido en São Gabriel (RS), sugiere tres formas de asesinar a
los sin tierra. La primera es incendiar a las personas; la segunda
es el envenenamiento y la tercera es matarlas a tiros.
Para el o los autores del panfleto, los sin tierra son ratones. La
primera forma de asesinato no es nueva. En 1995, se la intentó en
el municipio de Getulina, en São Paulo, en la ocupación de la
Hacienda Jangada. Recuerdo que estaba realizando una investigación
y al llegar al campamento encontré varias cabañas quemadas. Los sin
tierra me informaron que durante la madrugada, algunos hombres
colocaron fuego en el pasto seco, que se extendió rápidamente,
afectando a las cabañas. Aunque las personas estaban durmiendo,
todas consiguieron salvarse. Muchas sufrieron quemaduras al querer
sacar sus pertenencias, que terminaron consumidas por el fuego.
La segunda forma de asesinato, en veinte años como investigador de
la cuestión agraria, no he conocido que hubiese ocurrido. Pero la
tercera forma es bastante conocida de todos nosotros. Es la más
practicada. Matar a tiros a las personas, o por los asesinos a
sueldo o por la milicia, desgraciadamente ya hace parte de nuestra
cotidianidad.
Podríamos despreciar ese panfleto anónimo, pues parece un acto de
locura. Pero no podemos, porque conocemos la práctica fascista de
gran parte de los latifundistas. Este panfleto es un ejemplo. Esa
tentativa de fascistizar el tema agrario representa la
desesperación de quien puede perder parte de su reino. A la menor
señal de democratización del acceso a la tierra, los latifundistas
brasileños se yerguen contra todo y contra todos, buscando
argumentos sin sentido para justificar sus privilegios.
En el panfleto, hay la afirmación de que en el municipio de São
Gabriel, Incluso con los latifundios que posee, nunca convivió con
la miseria. Los señores de la tierra no ven la miseria. Defienden
la máxima que la guerra garantizará la paz. La paz es comprendida
como muerte de todos los que cruzan sus caminos, ocupan sus
territorios. El panfleto está cargado de odio. Es bestial.
La tentativa de fascistizar el tema agrario es una forma de
desvirtuar su sentido, que es el de la lucha de clases. En el
discurso del panfleto, su contenido transforma a todos los
ciudadanos de São Gabriel en iguales. Todos deben defender los
intereses de los latifundistas. Es un discurso de exaltación
doctrinaria en defensa del territorio del latifundio, como si fuera
de todos. Llama a todos para defender lo que es de algunos. Coloca
lo privado como si fuera público. Es una táctica bastante conocida,
que no causaría espanto, si no fuese por la atrocidades propuestas.
La actitud representa la desesperación, porque ellos conocen al
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Saben que
difícilmente esa situación será revertida. El camino está trazado.
La marcha comenzó. La lucha por la tierra llegó a São Gabriel.
Conocen Canudos, Contestado, Corumbiara y Carajás. Saben que la
muerte no detiene la lucha. Desgraciadamente la muerte es parte de
esa larga y lenta historia del Brasil.
Que el autor o los autores de ese panfleto sean apresados. Que la
paz se mantenga. Que los latifundios sean expropiados. Que la
dignidad humana sea rescatada.