Exclusión antidemocrática en Costa Rica
Compañeros, compañeras de las organizaciones indígenas y campesinas mesoamericanas, aquí presentes, les traigo un saludo fraternal y un abrazo de los indígenas y campesinos de Costa Rica.
Los pueblos indígenas y campesinos de Mesoamérica nunca debemos olvidar que la espiral de la exclusión antidemocrática arrancó hace 500 años con la Invasión europea y la interrupción de aquella bella conversación que se sostenía entre nuestros pueblos y la niña tierra Iriria y sus bosques. Ahí empezó el desastre ecológico, socio-económico y político que se prolonga hasta nuestros días con la liquidación del mundo rural indígena y campesino mesoamericano que nos recetan las políticas neoliberales de las clases gobernantes.
Costa Rica y la historia, la otra historia de los pueblos campesinos e indígenas costarricenses no ha sido la excepción de ese ciclo de muerte que podríamos entender en cuatro etapas:
1. La primera arranca con la Invasión Europea hace 500 años y la interrupción de aquella bella conversación que tenían nuestros pueblos Güetares, Nahuatles, Mangues, Bribris, Cabecares, Borucas, Terrabas y Malekus con el bosque tropical y el trabajo a favor de la corriente de las fuerzas de la abuela tierra y no en contra corriente en las labores de siembra, cosecha, cacería, pesca y recolección de productos del bosque.
2. La segunda con la invención de la Costa Rica imaginaria en la época de la “independencia republicana” cuando se vinculan las familias de la oligarquía cafetalera meseteña al mercado capitalista del siglo XIX. Los hijos de la oligarquía cafetalera fueron a estudiar a las universidades europeas y se embebieron de las modas del pensamiento europeo-céntrico colonial y positivista. Luego, a fines de siglo XIX, tomaron el poder y crearon toda una reforma educativa en la que se despreciaba el conocimiento y la práctica de culturas campesinas e indígenas como la de los maiceros, polos o conchos. En los periódicos de 1920 podemos leer anuncios de la familia oligárquica de los abuelos del presidente ilegítimo de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, que dicen: “Para trabajar en la hacienda de Heredia necesitamos mandador de finca pero que no cante, necesitamos cocinera pero que no cante”
3. La tercera ruptura en el traspaso del conocimiento ancestral indígena y campesino se da en la década de 1940 con la Revolución Populista de 1948 y la política de “Modernización” del mundo rural costarricense que trajo consigo la implementación de políticas monocultivistas agroexpotadoras tipo Revolución Verde. Esto provocó la desactivación de los conocimientos tradicionales agrícolas y de subsistencia indígenas y campesinos, la aplicación de toneladas de agroquímicos, la mecanización del campo, la proletarización del campesinado y los indígenas, entre otros. Aquellas políticas generaron una inyección de capital al campo mediante préstamos de organismos financieros internacionales. Al final la economía campesina quedó endeudada y en ruina.
4. El cuarto ciclo se da cuando los organismos financieros internacionales toman el control de las políticas nacionales y llegan al poder sectores políticos neoliberales que terminan por liquidar la cultura y la economía campesina nacional. El tiro de gracia de esta pesadilla que arrancó hace 500 años es la presión que ejerce actualmente el Presidente ilegítimo Oscar Arias y su camarilla sobre la sociedad civil y la asamblea legislativa para que se firme el Tratado de Libre Comercio Costa Rica-Estados Unidos-República Dominicana.
El gobierno de Arias ha emprendido una campaña desinformativa millonaria, financiada con capital de transnacionales farmacéuticas gringas, una política represiva de baja intensidad que incluye amenazas de muerte, descoordinación de acciones por medio del teléfono e Internet. Pero la resistencia del pueblo costarricense está en la calle. En mi país se experimenta una polarización social que no se había vivido desde 1948. Las organizaciones indígenas, campesinas constituimos una red de lucha contra el TLC, como también las organizaciones sindicales, estudiantiles, profesionales. La resistencia del pueblo costarricense a esas políticas antidemocráticas tiene 500 años de historia. Un ejemplo es un abuelo indígena de la etnia Güetar, que a pesar de los 500 años de destrucción que ha sufrido su cultura, la invisibilización y el despojo de sus recursos y tierras, todavía reivindica el concepto ancestral de la propiedad comunitaria de la tierra Güetar:
“Yo no vendo esta tierra, porque la tierra Dios no la hizo para comercio. Dios hizo la tierra para producirle sustento, la comida, nada más, pero nunca jamás para comercio. La tierra queda ahí. Si yo me muero, ahí viene otro atrás que la trabajará y ese que le quedó trabajando, falló, tampoco puede venderla, ahí queda el otro”
(Delfín Masis, indígena güetar de la comunidad de Bocana de Puriscal de San José, Costa Rica)