Campesinos exponen perjuicios del agronegocio
“Silvino no falleció, sigue vivo. Es un recuerdo vivo de la lucha contra los químicos y el modelo agroexportador", destaca Petrona Villasboa, campesina de Paraguay. Su hijo Silvino falleció a los 11 años de edad por complicaciones derivadas de los agrotóxicos usados en una plantación de soja transgénica cerca de la propiedad de la familia. Los dueños del área eran un empresario brasileño y un alemán, que tuvieron que pagar una multa. Sin embargo, ellos apelaron y mantienen un impasse. Otro caso parecido es de la provincia de Córdoba, en Argentina. Sofia Gatica, representante del grupo de Madres de Ituzaingó, un barrio rodeado por plantaciones de soja transgénica, cuenta que muchos habitantes del lugar presentan dolores de cabeza y de estómago, problemas de la vista e, incluso, enfermedades como cáncer y leucemia. Esos son síntomas y enfermedades típicas de intoxicación provenientes de venenos.
Los habitantes sospechan que el sulfato y el DDT encontrados en el río que atraviesa las áreas de cultivo y aprovisiona la región provienen del monocultivo. "Las empresas alegan que los agrotóxicos encontrados en los ríos no son de las plantaciones de soja, donde, afirman, solamente utilizan el glifosato. Eso es mentira, ellos también están usando venenos como el sulfato y el DDT", refuta Gatica.
Las dos historias muestran, una vez más, las falencias del sistema agrícola actual, basado en la exportación y en la utilización de químicos. Darci Frigo, abogado de la entidad Tierra de Derechos, señala que el modelo adoptado por el agronegocio mundial solamente trae destrucción y muerte.
En el caso de Brasil, Darci afirma que el sistema tiene características propias pues se ha especializado en un solo producto cultivado en grandes extensiones de tierra, alta mecanización y poca mano de obra empleada. Además de eso, el abogado menciona la actuación de los medios de información nacionales que defienden el modelo agroexportador. "Los grandes medios brasileños se asociaron con el agronegocio y han pasado a defenderlo como bandera propia", argumenta.
Darci también critica los puntos positivos que atribuyen al agronegocio, como factor que contribuye a aumentar el PIB (Producto Interior Bruto), a desarrollar la industria, a generar puestos de trabajo y a distribuir la renta en el campo.
"Los latifundios en Brasil son propiedades con más de 2 mil hectáreas y emplean a 350 mil personas. La agricultura familiar emplea 900 mil personas. El agronegocio no es rentable como dicen", concluye.