Entrevista con Luis Bazán:

Luchas contra fábricas de celulosa deben ser coordinadas y simultáneas, dice sindicalista argentino

2006-03-22 00:00:00

Ciudad de México

Para el sindicalista Luis Bazán, del Sindicato de Obras Sanitarias de Córdoba, Argentina, y de la Comisión Popular por la Recuperación del Agua, la lucha contra las fábricas de celulosa en América Latina debe ser coordinada y simultánea en todos los países periféricos. "Nosotros estamos de acuerdo plenamente con la acción de las mujeres de la Vía Campesina contra Aracruz Celulosa", afirma, en entrevista realizada durante el Foro Internacional en Defensa del Agua, que terminó este fin de semana, en Ciudad de México.

Bazán también analiza el conflicto entre Argentina y Uruguay, a causa de la instalación de dos fábricas de celulosa en Argentina. "El Primer Mundo pretende trasladar a los países pobres todo lo que es contaminante y expoliador, lo que provoca efectos criminales de destrucción de los recursos naturales y perjudica la salud pública", agrega.

- ¿Cómo está el proceso de lucha en Argentina contra las fábricas de celulosa?

En primer lugar, la lucha de los movimientos ecologistas fue el factor detonante y conscientizador, que alertó sobre la instalación de las fábricas finlandesas y españolas, en las orillas del río Uruguay, en la frontera entre Uruguay y Argentina.

Posteriormente, al tomar una rápida consciencia los sectores medios de la populación y también los sectores populares, la lucha adquirió un carácter genuinamente masivo y de oposición organizada, con una capacidad de acción directa muy importante. Eso demuestra dos cosas. Primero, que los gobiernos de los dos países, supuestamente progresistas, terminaron siendo víctimas de la imposición de políticas unilaterales de estas empresas multinacionales, llegando al nivel lamentable de comenzar a desarrollar un nacionalismo facistoide, que pone en riesgo la armonía y la histórica buena relación entre los dos países. Por eso, debemos reorientar el análisis del problema. Lo que se debe compatibilizar son los intereses de los dos pueblos, o sea, preservar sus recursos naturales, lo que es un objetivo común. Lo que se debe es imponer respeto a las multinacionales y, lógicamente, no hay posibilidad de armonía entre los intereses de las multinacionales de maximizar las ganancias, que traen consecuencias depredatorias gravísimas, con los intereses de preservación de los recursos de los pueblos.

- ¿Cuáles son las organizaciones sociales que participan de ese movimiento?

Inicialmente, fueron las organizaciones ecologistas nacionales, y también algunas internacionales. Sin embargo, inmediatamente después, se sumaron organizaciones comunitarias, de derechos humanos, estudiantiles y sectores gubernamentales que se involucraron en esta defensa de los recursos naturales. Eso generó una articulación, que sostiene las protestas, los bloqueos de carreteras, exigiendo el fin de las construcciones de las transnacionales.

- ¿La invasión de las fábricas de celulosa no es un fenómeno nuevo en América Latina?

Creo que es un problema histórico. Desde hace más de dos décadas, hay una política de las multinacionales, que antes podían ejercer impunemente su acción depredatoria en sus países de origen. Cuando se expidieron leyes más restrictivas contra la contaminación en esos países, las empresas desarrollaron una estrategia de implantación en los llamados países periféricos. Los bosques de eucaliptos, usadas para fabricar pasta de celulosa, ya están sembrados desde hace 15 o 20 años en algunos países, como es el caso de Argentina, de Chile y de Brasil, que tienen plantaciones de miles de hectáreas, que hoy son complementados con las fábricas de pasta de celulosa. Por lo tanto, ese es un problema antiguo, que se hizo visible para la opinión pública a causa de la acción eficaz y oportuna de las organizaciones ecologistas.

- El 8 de marzo, 2 mil mujeres de la Vía Campesina de Rio Grande do Sul realizaron una acción contra Aracruz Celulosa. ¿Qué opina usted sobre esto?

Nosotros nos enteramos de la acción de la prensa y de las redes de Internet. Acusaron a las mujeres de depredadoras, porque habían destruido una serie de plantas, semillas transgénicas, etc. Nosotros estamos plenamente de acuerdo con la acción de las mujeres, porque creemos que debe haber una lucha coordenada y simultánea, con ejes y objetivos comunes, de todas las organizaciones populares de América Latina, porque el Primer Mundo está pretendiendo trasladar a los países pobres todo lo que es contaminante y expoliador, lo que genera consecuencias criminales de destrucción de los recursos naturales y perjudica la salud pública.