¿De qué integración estamos hablando?
Durante los últimos tiempos la palabra integración podría decirse que esta en boca de los gobiernos y los movimientos sociales de la región. Cumbres por la integración de los pueblos se vienen realizando de manera sistemática frente a cada una de las Cumbres oficiales. Da la sensación que gobiernos y movimientos acuerdan en las once letras de esta palabra, pero no en su significado y mucho menos en como llevarla a la práctica.
Desde la Cumbre de Mar del Plata para aquí, con especial énfasis en la Cumbre Social de Cochabamba de la mano del Presidente Evo Morales, las discusiones entre los distintos movimientos han avanzado sobre la integración que pretendemos los pueblos. Tenemos un piso de acuerdos sobre qué queremos: una integración para y por los pueblos, como dice el manifiesto de Santiago, dado a conocer hoy por la Cumbre por la Amistad de los Pueblos Iberoamericanos.
Algunos gobiernos plantean una integración en sintonía con los movimientos sociales. Otros, dicen una cosa, pero terminan haciendo lo contrario. Y otros, los menos, quieren la integración, pero de los mercados al servicio del capital.
¿Es posible plantear una verdadera integración de los Pueblos, cuando se insiste con lógicas que en el fondo responden a la matriz neoliberal que combatimos? ¿Quiénes se benefician con esa "integración"? Son dudas que flotan en las discusiones y que pocos, por distintos compromisos, se atreven a responder.
Está claro que el IIRSA, el gasoducto sudamericano, el corredor bioceánico, la producción de biocombustible, los agronegocios y la minería a cielo abierto nada tienen que ver con la integración por la que luchamos. Son causa de la depredación, el saqueo, la contaminación y la muerte de miles a lo largo de nuestro continente.
La integración que queremos se basa en el respeto por la autodeterminación y la soberanía de los pueblos, el cumplimiento de los derechos humanos, sociales, económicos y culturales y no solo en aspectos económicos, sino también sociales, culturales y políticos.
La posibilidad de que Bolivia recupere su salida al mar, no es solo una reparación histórica, sino el ejemplo concreto de una integración alternativa a la que plantean de manera hegemónica ciertos factores de poder económico.
En ese sentido, la creación de un Banco SOLIDARIO del Sur al servicio de los movimientos sociales, como los pequeños productores, las viviendas populares, la economía solidaria, es un paso fundamental en ese camino. Pero si el Banco termina financiando megaproyectos, que tranquilamente podría financiar el Banco Interamericano de Desarrollo o inclusive el Banco Mundial, ¿Qué diferencia existe?
Este es el momento propicio para que podamos aportar a la discusión de qué banco queremos. Les solicitemos a nuestros gobiernos nos informen lo que están negociando, como lo están pensando concretar. Todavía estamos a tiempo de que sea un banco al servicio de nuestros intereses. Si no lo hacemos, no nos involucramos, discutimos y proponemos, ellos decidirán una vez más por nosotros. La disyuntiva está abierta: luchamos por una verdadera integración de los pueblos o los mercados se seguirán "integrando" en su beneficio y no precisamente en el nuestro.