AL: fuente de recursos para sostener crecimiento de la UE

2007-11-08 00:00:00

La Unión Europea busca en América Latina los recursos que requiere para sostener su ritmo de crecimiento

Una mayor comprensión por parte de las organizaciones sociales sobre la naturaleza, contenidos y objetivos de los tratados de libre comercio y de los acuerdos de asociación que impulsa la Unión Europea -UE-, en América Latina, permitirá no solo abordar mejor su discusión sino fortalecer las propuestas alternativas.

Estos aspectos, así como el rol que juegan las empresas transnacionales europeas en el proceso de negociación, plantean un espacio mucho más complejo que los TLC firmados con Estados Unidos, y redimensionan el debate político y social sobre la integración de los países y pueblos de América Latina; y el rol que algunos gobiernos jugarán en este proceso.

Es alrededor de estas ideas centrales sobre las que giraron las exposiciones y debates sobre el tema de la integración, en el marco de la Cumbre de los Pueblos que se desarrolla en Santiago, temas que han contado con la participación de representantes de diversas redes e instituciones que vienen estudiando estos tratados.

Un aspecto en el cual se ha insistido mucho, es que hay sectores sociales que no ven en la UE los peligros que sí se hicieron explícitos en las negociaciones con los Estados Unidos. Sin embargo, no se ha reparado lo suficiente en el hecho que la UE, en estos últimos años ha cambiado su discurso y ahora tiene una estrategia más agresiva por la presiones que recibe de las poderosas corporaciones europeas.

Cecilia Olivet del instituto TNI de Holanda, sostiene que esta nueva estrategia se expresa en el documento “Europa global compitiendo en el mundo”, publicado el año pasado, que busca fomentar la competitividad de la UE y constituye un ajuste de tuerca en la orientación de las negociaciones con países de América Latina.

Por lo tanto, lo que la UE busca con los acuerdos bilaterales es lo que se domina “acuerdos OMC plus”, es decir, que se incluyan temas más allá de lo negociado en la OMC y que no son otros que los temas de Singapur, sobre los que no se llegaron a acuerdos como el tratamiento a las inversiones, las compras estatales, los servicios y los derechos de propiedad intelectual, explica Cecilia Olivet.

Para Alberto Arroyo de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio, RMALC, el plus que se busca con estos acuerdos es en realidad lograr constitucionalizar el modelo neoliberal, con lo cual los gobiernos garantizan los “derechos del capital”. Y ello es así, por el temor de las transnacionales a la protesta creciente de los movimientos sociales que muchas veces los gobiernos no pueden contener.

El español David Llistar, del Observatorio de la Deuda de Cataluña, es mucho más explícito al analizar los intereses en juego en estas negociaciones: la UE ve a América Latina como una región con ricos recursos naturales que son los que pueden sostener su ritmo de crecimiento, y por lo tanto es un territorio a ocupar. Explica que para la producción de agrocarburantes que Europa requiere, se necesitarían tierras del tamaño de Portugal o de Grecia juntos, que allá no existen, y esas tierras hay que buscarlas en América Latina.

Agrega que América Latina no es una sociedad “bancarizada” y allí las corporaciones financieras ven nuevos mercados emergentes; en tanto que otras la ven como la plataforma desde la cual lanzarse al mercado norteamericano, aprovechando los TLCs ya existentes. Y para ello, la UE se ha dotado de diversos instrumentos que actúan en el terreno de los créditos como el Banco Europeo de Inversiones, busca intervenir en la normatividad de los países para crear los marcos favorables a sus intereses, y en esa línea se ubican también proyectos viales como el IIRSA que se impulsan desde Sudamérica.

Frente a esta realidad, una alternativa que se debe impulsar es una especie de “transnacionalización” de los movimientos sociales, que se impulsen nuevas estrategias que vayan más allá de cada país o de cada continente, que se complementen para poder actuar en diversos frentes para incidir sobre los gobiernos y sobre las corporaciones transnacionales, sostiene David Llistar.