Chantaje y terrorismo apuran el TLC
Con una adecuada combinación de zanahoria y garrote camina
el burro. Pero cuando las zanahorias resultan incomibles,
no queda más remedio que aumentar la dosis de garrote. Eso
sucede en la negociación del TLC. Las supuestas maravillas
del "libre comercio" no convencen. Y no sólo eso, desde
diversos sectores de la sociedad se forma la resistencia;
incluso la Procuraduría de la Nación ha resuelto defender
el interés nacional, lo que constituye un obstáculo para la
voracidad librecambista.
Un primer garrotazo, que no prosperó, se dio con la amenaza
de que no se suscribiría el TLC si no se resolvía el juicio
por los destrozos ecológicos provocados por la Texaco, a
favor de la compañía, se entiende. Ahora, con más fuerza,
crecen las amenazas por el caso Occidental, porque el
procurador solicitó la caducidad del contrato por los
incumplimientos de dicha petrolera, que ganó un arbitraje
en Londres en contra del Estado. Hoy asoman otros reclamos
comerciales: Bellsouth, Duke Energy, American Iron Company
y White Woods buscan tajada a la sombra del TLC. La no
resolución favorable y pronta de estos reclamos deja
flotando en el aire el riesgo de que el Ecuador sea
excluido de la negociación del TLC e incluso se ha hablado
de que ya no se realizaría la quinta ronda de
conversaciones en Guayaquil… Estos chantajes, orquestados
especialmente por la embajadora estadounidense Kristie
Kenney, ampliamente conocida como KK, en contubernio con
voceros del gobierno y analistas de la vertiente
librecambista, presionan para que, además, se aprueben
varias reformas estructurales de inspiración neoliberal,
previas a la firma del TLC.
Y por si fuera poco, los cultores del terrorismo económico
nos pintan un panorama dantesco. Ven graves "amenazas a la
estabilidad económica y social" por los "incumplimientos de
los acuerdos internacionales". No cumplirlos provocaría la
terminación del Acuerdo de Preferencias Arancelarias
Andinas y Erradicación de Drogas, lo que, como afirman las
grandes cámaras de la producción, en la actualidad el
principal cenáculo del terrorismo económico, "significaría
un terrible golpe para la economía". Cuantifican una
pérdida -me imagino que sin ruborizarse por tamaña mentira-
de "3.500 millones de dólares provenientes de las
exportaciones, con los que se pondría en riesgo el empleo
directo de 300 mil ecuatorianos, se produciría un
decremento del 20% del PIB…", entre otras plagas. Para
desvirtuar dicha desfachatez, basta señalar que el
beneficio de dichas preferencias es quizás diez veces menor
al cálculo de las cámaras y que, si se llegará a producir
tan "tremenda" pérdida (la dignidad y la soberanía no
tienen precio), el Ecuador tendría justificación para
cerrar la base yanqui de Manta, cuya (inconstitucional)
entrega se nos vendió como el aporte ecuatoriano en la
lucha contra la erradicación de las drogas.
Para enfrentar tamañas amenazas, ha llegado la hora de la
unión y acción concertada y plural de todas las fuerzas
nacionales. No hay espacio para sectarismos, personalismos,
egoísmos y diletantismos. Transformemos la derrota del TLC
en una oportunidad para construir un país digno y soberano.
Y tengamos presente que hay muchas alternativas al TLC; el
mundo no se acaba sin él.
(Publicado en Diario Hoy, Quito, Ecuador, 6 de octubre
2004)