Los intereses de las transnacionales europeas en América Latina
Presentación
Entre 1992 y 2001 los capitales europeos invirtieron
considerablemente en América Latina y el Caribe (ALC). No
obstante, la atracción del subcontinente como destino de la
inversión extranjera extra comunitaria (UE-15) ha disminuido en
favor, sobretodo, de los países de Europa central y oriental
(PECO) que este año se integran Unión Europea (UE). La evolución
de la inversión europea en una y otra región puede leerse en
forma de letra « V ». En eje de la izquierda y en trayectoria
descendente se encuentran las inversiones hacia ALC, mientras
que en el eje de la derecha pero en forma ascendente están los
flujos de capitales europeos destinados a los países del antiguo
bloque socialista.
Sin que pueda hablarse de una tendencia definitiva, conviene
preguntar qué tanto ALC sigue siendo atractiva para los
capitales europeos y, sobre todo, qué efectos sociales y
económicos tienen en la región esas inversiones y las políticas
económicas que las acompañan.
Las razones generales por las que ALC captó una enorme masa de
capitales (161 mil 700 millones de dólares) en la pasada década
—particularmente capitales europeos—, ha sido objeto de
múltiples estudios y análisis. Menos atención ha merecido sin
embargo el estudio de los efectos de las políticas promovidas
por la UE en materia de asociación comercial hacia América
latina, y las consecuencias que han acarreado sobre esos países
las modificaciones jurídicas a los acuerdos sobre inversiones
extranjeras registradas en los últimos años. Los tres elementos
-IED, política comercial y legislación en materia de IED- hacen
parte de un todo: el proceso de restructuración/reorganización
del capital a nivel internacional.
En un contexto de radicales cambios económicos donde han
predominado las políticas de corte neoliberal y de apertura
comercial, la persistencia de las crisis económicas y sociales
que se dejan sentir recurrentemente en la región, asi como la
pérdida de centralidad de latinoamerica como destino de la IED
en general, y en particular de la europea, plantea la necesidad
de volver al debate sobre lo bien fundado de esas políticas
económicas, las estrategias de las empresas transnacionales
europeas, y el papel de la globalización e internacionalización
de capitales.
Este análisis se divide en tres partes. En la primera parte se
abordan algunos de los rasgos característicos de las políticas
económicas aplicadas recientemente en ALC, haciendo hincapie en
el hecho que las políticas llamadas de "ajuste estructural"
dieron como resultado una transformación cualitativa de la
fisonomía de las empresas latinoamericanas. La segunda parte se
centra en las políticas que la UE y sus empresas han seguido en
ALC, destacando el papel que los acuerdos comerciales propuestos
por la UE juegan como instrumento de dominación, asi como en
las actitudes de varias transnacionales europeas en ALC, que
muestran claramente que el discurso en favor de los "derechos
humanos" es hasta ahora un ejercicio demagógico. Se abordan
algunos casos emblemáticos. En la tercera y última parte se
analiza brevemente el papel que juegan los acuerdos recíprocos
sobre protección de las inversiones (APPRIs), a partir de los
cambios jurídicos que en los últimos 10 años se han generalizado
internacionalmente.
El fracaso de la restructuración capitalista en América latina
La "década pérdida" que a partir del estallido de la crisis
mexicana de 1982 sumergió a ALC en un proceso de retrocesos
generalizados, tocó a su fin formalemente en 1990. Desde
entonces la región ha sido objeto de una nueva ola de ajustes
económicos donde las políticas de reinserción en el mercado
mundial juegan un papel central. Los bloques comerciales
regionales conformados en estos últimos 15 años hablan por sí
mismos de la importancia dada a ese tipo de políticas.
Las circunstancias como se dió la recuperación económica de ALC
por lo demás fueron tan frágiles que, a partir de la crísis de
1995/1997 la región volvió a deslizarse por la pendiente del
estancamiento y las crisis recurrentes, de manera que la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepalc) en
sus análisis volvió a hacer referencia a los riesgos de retorno
del espectro de la "década perdida". En efecto, el crecimiento
del PIB de la región en el quinquenio 1997/2002 se mantuvo
estancado, mientras que las transferencias netas de capitales al
exterior de ALC equivalieron al 5 % del producto de la región;
al mismo tiempo, la formación bruta de capital —instrumento
esencial para valorar la capacidad de acumulación del capital en
una sociedad— registró en 2003 un nivel 12,5 % inferior al
obtendio en 1998 .
Hay que destacar que como producto de las políticas de
reinserción y de liberalización del comercio, entre 1980 y 1999
ALC redujo sus aranceles de un promedio de 30 % a 10 %, un nivel
cercano a los estándares de la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económico (OCDE) . No obstante ese enorme esfuerzo y
la multiplicación de acuerdos comerciales, el lugar de ALC
dentro de los flujos de comercio de mercancías apenas si
cambió. En 1983 ALC concentraba 5,8 % del comercio mundial de
exportaciones de mercancías, y en el 2002 fue de 5,6 %. Se
podría afirmar que sin esos acuerdos comerciales, sin la
apertura de sus fronteras habría perdido más espacio. Pero el
problema es más complicado. En el mismo período de comparación
la parte de la región en el total de las importaciones mundiales
de mercancías pasó de 4,5 % a 5,4 %. Es decir que ALC importa
mucho más que lo que exporta .
No hay lugar a duda que las políticas económicas de reinserción
de la región en el mercado mundial no han funcionado, como lo
atestiguan el incremento de los índices de pobreza, de desempleo
y de violencia social, o los mayores requerimientos de
importaciones y la "reprimarización" de las exportaciones que
muestran algunos países de la región, entre otros tantos
indicadores . En su "Informe sobre el comercio internacional de
2003" la Organización Mundial del Comercio (OMC) señala : « la
economía de ALC conoció su más malo resultado en una década. Las
importaciones de mercancías y el comercio de servicos
comerciales retrocedieron como no lo habían hecho desde la
crísis de la década de 1982/83 ».
Uno de los ejes de las políticas de ajuste puestas en práctica
ha consistido en promover la reducción del gasto público y la
privatización de las empresas públicas, por lo que conviene
detenerse a ver los cambios de propiedad que han sufrido las
empresas latinoamericanas en pocos años.
Según datos de la Cepalc (2001), la distribución de las 500
mayores empresas de ALC en 1990/92 por tipo de propiedad era la
siguiente : 149 extranjeras (31,8 %) ; 264 privadas nacionales
(52,8 %) y 87 estatales (17,4 %). Al concluir la década, la
situación cambió sustancialmente. En 1998/2000 se registraron
231 empresas extranjeras (46,6 %) ; 231 privadas nacionales, y
sólo 38 estatales (7,6 %). Este cambio es uno de los elementos
esenciales que permite comprender el crecimiento acelerado de
los flujos de IED que registró la región en los pasados años.
La tendencia a la privatización - extranjerización del aparato
productivo latinoamericano se ha profundizado en los primeros
años del nuevo siglo. Tan sólo en 2002 (último año del que
existen datos) se registraron más de 35 operaciones de compra de
empresas privadas por inversionistas extranjeros por más de 100
millones de dólares por operación. De ese total 15 empresas
fueron adquiridas por capitales europeos .
La UE y su política de apoyo a las transnacionales europeas
La presencia de empresas europeas en ALC data de hace muchos
años. Lo que cambió es que esa presencia ahora se da en un marco
de internacionalización y centralización del capital
generalizada, donde las grandes transnacionales concentran la
mayor parte del comercio de mercancías a escala mundial. Pottier
(2003) recuerda que « La acumulación de las inversiones directas
internacionales ha conducido a que las filiales extranjeras de
las multinacionales tengan un peso determinante en la actividad
económica mundial » . Al mismo tiempo, no hay duda que la Unión
Europea, a través de sus instancias de decisión y el peso
económico que representa (primer exportador mundial de
mercancías), ha orientado sus políticas para favorecer los
interéses de sus transnacionales en todos los órdenes de la vida
económica, lo que en un plano concreto se traduce en la
promoción de acuerdos de libre comercio.
La polarización - fragmentación del mercado mundial
internacional que ha resultado del proceso de mundialización
capitalista ha modificado las relaciones de dependencia de las
economías menos desarrolladas con relación a los polos
dominantes de la economía internacional. Esta situación es
particularmente grave en el caso de ALC, región sacudida en los
últimos 20 años por inumerables crisis económicas .
Existe un amplio acuerdo en señalar que « la mundialización a la
que conduce la restructuración capitalista se traduce en un
cambio de estrategias de parte de las grandes empresas
multinacionales que tiene por objetivo no sólo ganar nuevos
sectores del mercado mundial sino también preservar aquellos que
ya controlan. Por lo mismo, desde la década pasada los acuerdos
de colaboración entre firmas multinacionales diversas y/o la
creación de redes de investigación-comercialización no dejan de
crecer » .
Es nuestra opinión que la UE modificó su visión sobre sus
relaciones con ALC después de que las negociaciones entre
Canadá, Estados Unidos y México concluyeron en la creación del
TLC en 1994 . La pérdida de una parte del mercado mexicano por
la UE en favor de los Estados Unidos y la perspectiva que esta
situación pudiera generalizarse al resto de ALC, llevó al
Consejo Europeo de 1995 a aprobar las orientaciones planteadas
en el texto "Unión Europea - América Latina, actualidad y
perspectivas del fortalecimiento de asociación 1996-2000", que
en sustancia planteaba el incio de negociaciones diferenciadas
entre la UE y México, Chile y el Mercosur y que debían conducir
a la firma de un igual número de acuerdos de libre comercio.
Es en ese marco que la UE ha ajustado y promueve ahora su
política comercial hacia ALC. Para ello se sirve de un discurso
diferente al de Estados Unidos, al insistir que los acuerdos
que ella impulsa no son sólo acuerdos de libre comercio sino de
"concertación política, cooperación y asociación económica", es
decir acuerdos "globales".
Por cuanto a las estrategias de las empresas transnacionales, es
evidente que buscan un mayor y mejor acceso a los mercados
locales, utilizar la región latinoamericana como plataforma de
exportaciones hacia los EEUU, y explotar los recursos naturales
de la zona aprovechando su abundancia (una quinta parte de las
exportaciones de ALC son productos agrícolas y de la industria
extratctiva).
Basados en la mayor apertura económica y la aceleración de la
política de privatizaciones que promovieron los gobiernos de ALC
en la segunda mitad de la década pasada, los capitales
transnacionales invirtieron masivamente en la región, de manera
que entre 1995/2000 fluyeron 113 mil 900 millones de dólares, es
decir tres veces mas que en la primera mitad de la década (28
mil 600 millones en 1990/1994) . Al mismo tiempo, proliferó la
firma de acuerdos de libre comercio entre ALC y el resto del
mundo, siendo los más importantes el Acuerdo de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN), el Acuerdo de Libre Comercio
Estados Unidos-Chile, y los acuerdos UE-México y UE-Chile .
Ahora bien, las enormes asimetrías que existen en las relaciones
comerciales UE-ALC se pueden resumir en tres hechos :
- Entre 1990 y el 2000 las exportaciones de la UE hacia ALC
crecieron 222 %, mientras que las exportaciones de ALC hacia la
UE sólo aumentaron 80 %.
- Las exportaciones de mercancías de la UE hacia AL que en 1993
representaban 2,4 % de sus exportaciones totales, cayeron a 2,1
% en 2002, mientras que las importaciones provenientes de ALC se
mantuvieron en un 2,0 %. En contrapartida, 17,4 % de las
importaciones totales de ALC tuvieron su origen en la UE y 12,6
% de sus exportaciones se destinaron a la UE en 2002.
- Las exportaciones totales de mercancías de ALC en 2002 fueron
de 350 mil 300 millones de dólares, una cantidad apenas
superior al total de las exportaciones de Francia.
Esas diferencias corroboran los resultados generales obtenidos
por la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el
Desarrollo (UNCTAD, 2002). Pese a su extensión es útil para
nuestro objetivo retomar la lectura que de ese estudio hace
Salama (2004) .
«Cuando se consideran los 20 productos exportados más dinámicos
de 1980 a 1998, se observa que la parte de las exportaciones de
los países en "vías de desarrollo" en el comercio mundial pasa
de 14,1 % a 28,7 %, lo que parece positivo. Esta impresión
parece confirmada cuando se nota que sobre los 20 productos más
exportados por ese grupo de países, 8 pertenecen a los veinte
productos más dinámicos a nivel mundial (la relación es de 15
sobre 20 para los países industrializados). Pero cuando se
analizan las cifras por grupos de país, los resultados son
diferentes : las economías de América del Sur (por definición
sin México ni América Central) no exportan sino dos productos
del total de 20 : bebidas no alcoholizadas y guarniciones, las
computadoras y equipos electrónicos son más bien exportados por
las economías asiáticas. La constatación es aún más severa
cuando se analiza de cerca el caso de México. Los productos son
definidos a partir de una clasificación de 3 "dígitos", tanto de
bienes que son clasificados como de "alta tecnología" y con
fuerte "calificación de mano de obra", como las computadoras,
las telecomunicaciones, los productos farmaceúticos etc, y que
se caracterizan por un desarrollo importante de las
exportaciones de los países en desarrollo. Más exactamente se
trata de segmentos a fuerte utilización de mano de obra de
líneas de producción de productos de alta tecnicidad que una
descomposición más fina habría permitido demostrar más
claramente. Numerosos bienes de alta tecnología no lo son en
realidad, el aspecto en ocasiones engañador proviene de la
clasificación insuficientemente precisa. Tal es el caso para
México (con excepción de la industria del automóvil) y la mayor
parte de los países de la ASEAN. A diferencia de Corea del Sur,
esos países se han orientado hacia ese tipo de especialización
sin optar por una política industrial buscando integrar
nacionalmente los segmentos deslocalizeados por las empresas de
los países industrializados, por lo que mantienen un valor
agragado localmente muy débil y han abandonado el esfuerzo por
la investigación desarrollo y no crean nada o pocas zonas
especializadas en alta tecnología ».
Es conocido que España es el país de la UE que más inversiones
ha efectuado en ALC. Casi 50 % de las inversiones realizadas por
la UE en la región entre 1992 y el 2001 fueron capitales
españoles, seguidos por Francia, los Países Bajos y el Reino
Unido. Con esas inversiones España se sitúa hoy como el segundo
inversor en la región después de Estados Unidos. Al respecto,
como recuerda Buster (2003), esta situación responde en gran
medida « al retraso de la modernización y reestructuración de
los grandes grupos empresariales españoles, y a las dificultades
que encontraron para realizar economías a escala en el mercado
europeo frente a competidores más establecidos » .
A diferencia de sus contrapartes europeas, las inversiones
españolas se concentran en el sector de los servicios,
especialmente telecomunicaciones, energía y banca, mientras que
los capitales británicos tienen fuerte presencia en las
manufacturas, y los franceses en los sectores de manufactura y
servicios.
Asimismo, siguiendo la tendencia de la IED a nivel
internacional, las inversiones europeas están concentradas en
un pequeño puñado de países : Argentina, Brasil, Chile y México
absorbieron casi 85 % de la IED europea acumulada entre
1992/2001. Los principales receptores fueron Brasil (42 %),
Argentina (24 %) y México (13 %).
La importancia que han adquirido las inversiones europeas en el
sector de los servicios de ALC es directamente proporcional a
las presiones que la UE, sus empresas transnacionales y los
Estados Unidos realizan internacionalmente para que se apruebe
el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) de la
OMC. En ausencia de ese acuerdo, que implicará la liberalización
de sectores clave como la salud, el agua, las inversiones, las
telecomunicaciones o la educación la UE ha impuesto sus
condiciones para que dichos sectores queden comprendidos dentro
de los acuerdos comerciales que firmó con México y Chile, e
intenta aplicar la misma receta en el marco de sus negociaciones
con los países del Mercosur .
Veámos ahora algunos casos que consideramos representativos de
las políticas que siguen algunas de las empresas transnacionales
europeas en ALC.
- Bancos: la cueva de Ali Baba. La privatización -
extranjerización del sistema financiero latinoamericano alcanzó
en pocos años un grado desconocido en cualquier otra parte del
mundo, (por obvias razones no consideramos la privatización de
ese sector en los países Europa del Este) Según la Cepalc
(2002), los bancos extranjeros en los servicios financieros de
ALC incrementaron sus activos de un promedio de menos de 10 %
del total en 1990 a más del 50 % en 2001. Hoy en día, con
excepción de Colombia y Brasil, en las otras cuatro principales
economías de la región (Argentina, Chile, México y Venezuela)
los bancos extranjeros controlan más del 50 % de los activos
totales, siendo el caso más radical el de México donde poseen 90
% de los activos del sistema financiero .
Los capitales europeos ocupan 8 de las 10 primeras plazas entre
los bancos privados extranjeros, donde predominan los españoles
Banco de Bilbao Viscaya Argentaria (BBVA) y Santander Central
Hispano (SCH). Ambos bancos controlaban en 2002 el 22 % de los
depósitos de la región, el 40 % de los fondos de pensiones, el
15 % de los fondos de inversión. La predominancia de los
capitales españoles en el sector financiero latinoamericano se
consolidó en la segunda mitad de la década pasada, apoyados en
el hecho que los costes de implantación en el mercado regional
son sustancialmente inferiores a los existentes en la UE. Al
respecto Chislett (2004) destaca las conclusiones de un estudio
del BBVA segun el cual « a finales de 1999, ganar un punto de
cuota en Alemania costaba 2,200 millones de dólares en 1999 si
ello se realizaba mediante la compra de acciones de los grandes
bancos. La misma cuota hubiera representado un desembolso de 196
millones en Argentina o de 205 en México » .
No esta de más recordar que las inversiones en el sector se han
llevado a cabo mediante compras de activos ya existentes y no
por la creación de nuevos activos. Y esta situación es
extensible a la mayoría de los sectores donde se ubican las
nuevas inversiones europeas, lo que explica que tengan tan poca
repercusión en materia de creación de empleos netos.
Significativamente, la Cepalc destaca que « la presencia de
bancos extranjeros no ha contribuido a aumentar la
disponibilidad del crédito o la estabilidad en los sistemas
monetarios locales ». Por el contrario, éstos han podido obtener
gananc