"El Grito de los Excluidos": la esperanza siempre gana

2000-08-08 00:00:00

En 1995 se inició en Brasil el grito de los Excluidos. Pero los mismos que lo emitieron por primera vez están dudando si fue allí
mismo o en cualquier otro lugar de nuestra América Latina. Aunque también mueven la cabeza, vacilantes, cuando algún
datólogo insiste en saber si en efecto fue en ese año, o antes, o después. Por eso, el Grito de los Excluidos no es un acto
precisable en el tiempo ni en el espacio. Salió de lo más hondo de nuestro continente y anda encarnado su cuerpo por todas
partes para poder salir a la historia, eso sí, en Brasil, este 7 de septiembre y en el resto el 12 de octubre.

Ocurre que la mayor parte del pueblo latinoamericano viene siendo excluido de la vida día tras día, esto es, de su capacidad para
ejercer su derecho de ciudadanía (es lo que se ha dado en llamar el "apartheid social" pero que poniéndolo en cristiano, no es
sino exclusión pura y simple: nos han echado del lugar que teníamos).

Nadie que tenga un ápice de solidaridad (aunque para quienes lo ocupan la palabra huela a mortaja y en tanto valor humano
haya sido aventada al clandestinaje), puede asegurar que el neoliberalismo sea bueno para los países pobres de la tierra, y negar,
que el imperialismo -perdón, la globalización- solo ha democratizado la miseria.

El sistema neoliberal es de muerte, no de vida. Esta es una constatación que no admite margen de error. El Grito de los Excluidos
la asume en toda su siniestra dimensión y la denuncia, desde el más amplio espectro social: iglesias, centrales sindicales,
movimientos de indígenas, organizaciones de mujeres, hombres y jóvenes, en una sola expresión: los pueblos, y éstos, que lo
han perdido todo, menos su honra y su valor, se han ingeniado para correr con los costos -no solo materiales- que supone
hacerlo escuchar -el primer afiche que sintetiza la maravilla el Grito de los Excluidos se agita ya entre millares de manos-, a
sabiendas que siempre le han negado su voz propia.

Denuncia, asimismo, que el régimen neoliberal globalizado, a la red financiera internacional y las élites nacionales, solo les
importa la acumulación demencial de utilidades, pasando sobre los millones de seres humanos que deambulan hambrientos por el
mundo y en especial por los pueblos del Tercer Mundo.

El grito de los Excluidos anuncia su lucha contra un modelo insustentable y propone una sociedad donde la política vuelve a ser
una práctica en la cual, junto a la economía, se subordinen a la ética. El sistema neoliberal no quiere personas, quieren mutantes
que pululen a diario por los gigantescos y sofisticados mercados en busca de venerados objetos que les otorgue estatus. El
Grito de los Excluidos presenta formas concretas de acción popular tendientes a la construcción de una sociedad donde se erija
un real desarrollo económico participativo y sustentable, respetando a las personas, la vida y la naturaleza.

El Grito es un dolor profundo, duro, ímprobo, tremendo, por siempre represado, que se levanta desde la sangre más remota, alza
el vuelo y, como una antorcha encendida, va de punta a punta por América Latina, llevada por manos prisioneras y manos que
bailan todavía, llamando a la esperanza. "Un cristiano que cree que la historia a llegado a su fin tiene que excomulgarse, por que
está contra la virtud de la esperanza". (Lo dice el dominico Frei Betto). El neoliberalismo no es irreversible, de serlo los millones
de indigentes que pueblan nuestro continente no tendrían otra opción que la del suicidio colectivo: el holocausto que padecen,
no les daría para más.

Para trabajar el afiche que se multiplicará sin tregua en este evento, ha sido requerido Gustavo (Pavel) Eguez, uno de los grandes
artistas ecuatorianos y latinoamericanos de su generación. Allí están todos nuestros rostros. Quien no quiera reconocerse que
no mire el afiche de este pintor. Rostros hechos con inmedible amor y poesía. Rostros mágicos, como provenientes de una raza
obstinada, única y múltiple, imbricándose como arcoiris, sandías, hojas, soles, lunas. Rostros convocando a la esperanza. Pavel
estará en Río de Janeiro en una enorme plaza pintando otra parte de este gran fresco que será el Grito de los Excluidos, pues, en
un peregrinaje inédito, irá de ciudad en ciudad pintando las demás partes, y así, así también, se irá tramando nuestro nuevo
destino.

Marco Antonio Rodríguez (escritor ecuatoriano)