Por la defensa radical de los territorios de los Pueblos
Entonces, de la tierra
hecha de nuestros cuerpos, nació el canto
de la guerra, del sol, de las cosechas,
hacia la magnitud de los volcanes.
Pablo Neruda
Buenos días a todos y todas, compañeras y compañeros participantes al Encuentro Latinoamericano Con la Encíclica: “Laudato Si”, defendemos los derechos a la tierra, el territorio y los bosques. A nombre del equipo del Frayba les abrazamos y les damos una cordial y calurosa bienvenida a estas tierras donde se sigue sembrando Rebeldía y Resistencia a través de la libre determinación y autonomía frente a la amenaza del sistema neoliberal responsable de despojar, explotar y exterminar a los Pueblos del mundo.
Durante los días 13 y 14 compartiremos experiencias relacionadas con la defensa hacia la Madre Tierra, debido a la acción miserable que realizan los gobiernos del mundo junto a las empresas que mercantilizan la tierra y el territorio, pasando por alto a los Pueblos originarios y campesinos que mantienen una relación integral con su territorio, donde se construye la cultura y la vida en toda su expresión.
Los gobiernos, empresas y el crimen organizado, mantienen una guerra hacia los Pueblos originarios, ya que ahí radica la codicia del territorio, por la gran biodiversidad que poseen y han guardado de manera ancestral con especial cuidado; y en el caso de México bajo el proceso trascendental de luchas agrarias que reconocen la propiedad social, aunado al marco internacional de los derechos humanos, como es el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, entre otros tratados y jurisprudencia internacional en la materia, y sobre todo los Acuerdos de San Andrés que representa una ley máxima, legitima y reconocida por los Pueblos que surgió de la discusión desde abajo y sostiene el camino de la autonomía en el cual están transitando. Todo este marco de referencia reconoce la cosmovisión de los Pueblos en relación con su territorio, en todos los ámbitos de la vida y representan un piso solido e importante para la acciones de defensa y ejercicio de derecho, que está por encima de cualquier tratado o acuerdo de libre comercio o las llamadas reformas estructurales que se elaboraron para la represión, despojo y explotación hacia quien defiende sus derechos, lo que constituye y perfila un Terrorismo de Estado, que se ha expresado en otros ámbitos.
Es preciso mencionar que estamos en desacuerdo con los gobiernos, empresas y organizaciones o pueblos que se prestan al control territorial, por medio de la mercantilización y privatización de la naturaleza, en sus estrategias y proyectos de extractivismo energético, mineral, forestal o hídrico; extractivismo de monocultivo o agroindustria, megainfraestructuras en entramados de redes de comunicación, producción energética o la biomercantilización de los bienes comunes naturales o de bioterritorios o ecosistemas que se convierte en mera mercancía, por lo que se privatizan los bienes comunes, se crean decretos de áreas naturales protegidas, proyectos ecoturísticos, entre otros planes gubernamentales con la careta verde que genera población dependiente y alineada al sistema ideológico de consumo como fin y valor de la vida.
Así también hemos sido testigos de las falsas negociaciones climáticas COP21, que se han quedado en discursos y acuerdo generales que no significan un cambio de la crisis ambiental que vivimos y sus consecuencias desastrosas que ya se están viviendo en Latinoamérica y en todas partes del mundo, incluyendo la tierra arrasada ocasionada con las guerras abiertas promovidas y apoyadas por Estados Unidos que representan otra forma de despojo territorial hacia los pueblos y comunidades en Palestina o en Siria, por mencionar algunas de las atrocidades recientes de quienes gobiernan el mundo y sus negocios.
Es por ello que la Enciclica: Laudato Si provocó este encuentro y nos convoca a reflexionar en profundidad sobre la urgencia de actuar desde abajo y desde los pueblos en la defensa radical de la Madre Tierra y específicamente en las partes que con luminosidad refieren a los sujetos históricos que construyen esperanza y vida, nos enseñan los caminos de alternativas al sistema de muerte que padecemos hoy en día.
A pesar de que el gobierno desconoció los Acuerdos de San Andrés, firmados con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 16 de febrero, los cuales fueron traicionados por el Estado mexicano, han pasado 20 años de la legitimidad y vigencia de facto de los acuerdos, sigue siendo este el corazón que inyecta de Resistencia y Rebeldía la libre determinación de los Pueblos y la autonomía, para la defensa desde debajo de sus territorios.
Termino esta palabra con lo que asentaron en la 2a Declaración de la compartición del Congreso Nacional Indígena y el EZLN sobre el Despojo a los Pueblos:
[…]son nuestro dolor y nuestra rabia; de donde nacen nuestra determinación y nuestra rebeldía. Que son nuestra lucha irrenunciable y nuestra vida propia.
Nuestra memoria está viva por ella y a ella nos debemos y señalamos que no hay mejor memoria que la de nuestros pueblos, que como hoy nos reunimos para vernos el uno en el otro y nuestra lucha no acabará, pues si no nos han matado en 520 años de resistencia y rebeldía no lo harán ahora ni nunca, pues lo que somos pueblos de maíz que, sabemos que la milpa es colectiva y de colores diversos, tan diversos que también nos queremos nombrar en una sola palabra, rebelde y anticapitalista, con los que son hermanos de la Sexta Nacional e Internacional. Hoy como el maíz, nos renovaremos en nuestra decisión para construir desde abajo y a la izquierda un mundo donde quepan muchos mundos.
Sea pues un encuentro fraterno y combativo donde se expresen las alternativas de vida y se fije el horizonte en la defensa de los territorios de los Pueblos que lucha por la humanidad.
Gracias.
Pedro Faro Navarro
Jobel, Chiapas, México
13 de febrero de 2016.