Aportes de los pueblos indígenas andinos a la discusión en Río+20
Desde tiempos ancestrales sabemos adaptarnos a los cambios climáticos naturales. Y lo seguimos haciendo frente a la crisis climática actual.
Los pueblos indígenas tenemos una milenaria experiencia en la adaptación a los fenómenos climáticos naturales. Y actualmente, con el cambio climático producto de la acción humana, sabemos también enfrentar sus consecuencias desde nuestros conocimientos tradicionales y las circunstancias que nos impone la modernidad.
Este es uno de los temas de discusión del Seminario de Discusión sobre Cambio Climático y Río+20 que la CAOI inicia mañana con la participación de líderes indígenas de Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú, y de expertos internacionales: Pablo Ortiz, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar; Rodrigo Ruiz, catedrático de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (Perú); y Martín Vilela, integrante de la Plataforma Boliviana ante el Cambio Climático (Bolivia).
Cosmovisión indígena
Para los pueblos indígenas (y esto también es recogido por los cronistas españoles de la Conquista), todos los elementos de la naturaleza son seres vivientes, todos están dotados del camaquén, que es la fuerza vital que anima a todos los seres. Y cada uno de los pueblos indígenas proviene de una pacarina (lugar de origen: laguna, cerro, árbol, etc.).
La cosmovisión indígena asocia todos los seres: la lluvia y los truenos con los volcanes, los cauces de los ríos, las montañas, los glaciares. Es un modo de ver y vivir el mundo opuesto a la racionalidad occidental que todo lo segmenta y concibe al ser humano como centro del universo, al servicio del cual están los “recursos” naturales.
Adaptación a los cambios climáticos
Esta manera de concebir el universo permitió a nuestras civilizaciones originarias enfrentar los cambios climáticos en una zona tan diversa como los Andes, que condicionan la vida también en la costa y la Amazonía.
Hace cinco mil años se formaron los primeros Estados en la costa norte-central del Perú. Pero entre los años 2200 y 1900 antes de nuestra era, se produjo una terrible sequía que obligó a modificar los espacios agrícolas.
Posteriormente, entre los años 800 a 200 a.C., el fenómeno de El Niño y la sequía causaron una declinación económica y “religiosa” en la civilización Chimú. Los Moches también debieron desplazarse debido a los cambios climáticos naturales y modificaron sus técnicas agrícolas. En la costa sur, los Nazca alcanzaron un altísimo manejo del agua. Y en el Altiplano, los pueblos alrededor del lago Titicaca lograron una gran innovación en el uso de la tierra, pero la concentración poblacional provocó un uso intensivo de esa tierra y declinaron también.
La civilización inca surge en un contexto de cambio climático signado por el incremento de las lluvias y un clima más cálido. Esto le permitió mejorar la tecnología agrícola de sus predecesores. Perfeccionan los sistemas hidráulicos, la organización social, la andenería, la conservación de alimentos para las épocas difíciles.
La clave de este proceso está en la flexibilidad y capacidad adaptativa de los pueblos y naciones originarios, donde el ocaso de una cultura significaba el nacimiento de otra, con conocimientos acumulados que iban perfeccionándose.
En este contexto, el desafío actual es la adaptación al cambio climático producido por la imposición de un modelo diametralmente opuesto al de nuestros pueblos originarios.
Nuestros aportes
Con esta acumulación de conocimientos y prácticas ancestrales, los pueblos indígenas conservamos esa capacidad de adaptación. Cambiamos los pisos ecológicos, las fechas de siembra y cosecha, rotamos los cultivos. Esto causa impactos también culturales porque nuestras festividades se organizan en torno a los ciclos agrícolas. Pero no nos abandonamos.
Tenemos mucho que aportar en materia de conservación y manejo del agua, porque el ecosistema andino determina los de la costa y la Amazonía. En los Andes nacen los ríos, están los glaciares, son un dique natural que regula las lluvias y todo el ciclo del agua.
Tenemos mucho que aportar en biodiversidad natural y cultural. Abas son una sola porque somos parte de la naturaleza. La criamos y ella nos cría. Solo en el Perú existen más de 4,400 variedades de papa. Sin embargo, la FAO señala a este país como uno de los que están en un nivel crítico de seguridad alimentaria.
Tenemos mucho que aportar con nuestra propuesta paradigmática de Buen Vivir/Vivir Bien, en diálogo y armonía con la Madre Tierra y los seres humanos. Con políticas públicas que lo hagan realidad y no como un discurso vaciado de contenido y desnaturalizado por los gobiernos que cooptan nuestras propuestas.
Nuestra postura, aportes y propuestas en el marco de la participación de los pueblos indígenas, será el resultado del Seminario de Discusión sobre Cambio Climático y Río+20 que realizaremos los días 14 y 15 de marzo en Lima. Seguimos preparándonos para ello.
Lima, 13 de marzo del 2012.
Comunicaciones CAOI