Joao Pedro Stedile: “Necesitamos una reforma política en Brasil”

Juan Manuel Karg
2014-01-21 20:00:00

 

- Dilma Rousseff repuntó en las encuestas tras las movilizaciones de junio de 2013, al mismo tiempo que desplegó dos políticas audaces: el anuncio de destinar el 75% de las regalías petroleras al presupuesto educativo, y la implementación del programa “Más médicos”, donde especialistas de otros países –en particular Cuba- han llegado al país. ¿Cómo influyeron estas medidas en la mejoría de la imagen de la gestión de Rousseff? ¿Qué quedó planteado de las demandas de junio en la agenda política del país en la actualidad?

 

 

- Desde el punto de vista electoral, las perspectivas son que Dilma sea reelecta. Pero el problema no es electoral: ahora es político. El modelo neodesarrolista donde “todos” ganaban -aunque más el capital financiero- se agotó como fórmula de atender las demandas populares. Ahora los problemas candentes de educación, salud, reforma agraria y movilidad urbana necesitan de reformas estructurales, que le quiten ganancias a los bancos y el sector agroexportador. Pero para eso necesitamos, además, de una reforma política, porque los actuales gobernantes y parlamentarios son rehenes de las empresas privadas que financian sus campañas. Hay una dicotomía entre el pueblo, sus intereses, y lo que pretenden sus representantes.

 

Y la reforma política es imposible de hacer con este congreso. Aún cuando la propia Dilma la propuso, fue derrotada por su propio gobierno y base parlamentaria. De ahí que los movimientos populares hayamos construido, como consecuencia de las movilizaciones de junio y julio, una amplia plataforma para desarrollar un proceso de debate de la reforma política con el pueblo, y hacer un plebiscito popular para la convocatoria de una constituyente en el mes de septiembre. Y por cierto, las movilizaciones populares volverán a la calle en los próximos meses: tendremos un 2014 muy agitado.

 

- Una reciente alianza entre el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, y la ex Ministra de Medio Ambiente del gobierno de Lula, Marina Silva –quien sacó 20 millones de votos en 2010- sacudió el tablero político del país. ¿Esta coalición podrá superar al PSDB y arrebatarle el lugar central de la oposición al PT? ¿Se trata de una “nueva derecha”, que ha comprendido los errores de su pasado, y ha “edulcorado” su discurso?

 

- Es probable que la fórmula Campos-Marina salga segunda, con chances incluso de llegar al ballotage. Pero ellos no son oposición ni al PT ni a Dilma: en mi opinión solamente son una versión distinta del mismo proyecto neodesarrollista. Si habrá un cambio: si ellos llegaran a la segunda vuelta, toda la derecha los apoyaría para lograr derrotar a Dilma.

 

- Recientemente Aécio Neves, presidente del PSDB y candidato a la presidencia por este partido en las próximas elecciones, manifestó su intención de que Brasil se integre a la Alianza del Pacífico, bloque conservador regional integrado por México, Perú, Chile y Colombia. ¿Cuál es su evaluación de estos dichos? ¿Cree que la Alianza del Pacífico es una “contención” a otros mecanismos de integración que ya existen, como Mercosur, Unasur, Celac o ALBA? ¿Cuál piensa que será la posición del próximo gobierno de Dilma Rousseuff en el plano de la integración continental?

 

- La posición de Aécio de apoyar a la Alianza del Pacifico es coherente con la derecha brasileña, el empresariado y su partido. Su gobierno, el de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), fue gran impulsor del ALCA, y estuvo aliado a la política de subordinación que ofrecía EE.UU. Fue folklórico y emblemático el hecho de que su Ministro de Relaciones Exteriores se haya sacado los zapatos al entrar al aeropuerto de Nueva York en una ocasión.

 

Los empresarios que apoyan a Aécio hablan abiertamente, en sus periódicos y documentos, de que habría que reconstruir el ALCA –aunque no con ese nombre, que está desprestigiado-. Y el camino, si llegara a ganar, sería una alianza con los países del Pacífico, o también impulsar una alianza Mercosur-Unión Europea. Esto significaría que a través de Europa, quien ya tiene acuerdos de libre comercio con EE.UU, se logre transformar todo el occidente en un gran mercado de libre comercio y circulación bajo el dominio de las empresas transnacionales europeas y norteamericanas. Con ello la economía latinoamericana pasaría a ser aún más dependiente y servicial de los intereses extranjeros

 

De parte de Dilma, si gana seguirá fortaleciendo el Mercosur -para que se vuelva un mercado de Unasur, a nivel económico-; y a nivel político seguirá apoyando a la CELAC, pero sin ganas de apoyar el proceso del ALBA, que es antiimperialista y antineoliberal.

 

Por eso, en la Articulación de Movimientos Sociales del ALBA, decimos que entre el proyecto de subordinación al imperialismo –que representan algunos gobiernos como México, Colombia y Paraguay, y los partidos y dirigentes de derecha en nuestros países, como Aécio- y el proyecto del ALBA, claramente antiimperialista, hay un proyecto intermedio. Este representa cierta autonomía de nuestras burguesías criollas y gobiernos frente a EE.UU, pero sin voluntad de ser antiimperialista: allí estarían los gobiernos de Bachelet, Cristina y Dilma.

 

Juan Manuel Karg

Licenciado en Ciencia Política UBA

Investigador del Centro Cultural de la Cooperación – Buenos Aire

 

http://www.albamovimientos.org/2014/01/joao-pedro-stedile-necesitamos-una-reforma-politica-en-brasil/