El triunfo de Correa: Un nuevo impulso a la integración
“O cambiamos el país ahora o no lo cambiamos nunca”, por lo que se impone “convertir en irreversible el cambio en las relaciones de poder en función del ser humano y de las grandes mayorías”, con “buenas políticas económicas, priorizando la deuda social, pero también con eficacia”; y en esta perspectiva “construiremos la patria chica y la patria grande, una nueva patria para dejar a los hijos de nuestros hijos. Estos cuatro años serán más maravillosos en el cambio radical de nuestra patria”. Estas palabras hacen parte del agradecimiento de Rafael Correa al pueblo ecuatoriano, que el domingo 17 le ratificó en las urnas su confianza de manera contundente.
Los datos preliminares del conteo rápido registrado por el Consejo Nacional Electoral asignan al candidato presidente, postulado por el Movimiento Alianza PAIS, el 56.7% de los votos validos, con una distancia de más de 30 puntos a su inmediato seguidor, el banquero Guillermo Lasso. Y todo parece indicar que la tienda oficialista alcanzará una mayoría calificada en la Asamblea Nacional (dos tercios).
En la contienda electoral, las propuestas de Lasso, como de los demás candidatos de la derecha, giraron en torno a un restablecimiento de las políticas neoliberales, para colocar al mercado como eje regulador y, por tanto, reducción de la presencia del Estado, desregularización económica, flexibilidad laboral, menos impuestos a los ricos, apertura a la “inversión extranjera” y a tratados de libre comercio… y, consecuentemente, la salida de Ecuador del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y un alineamiento irrestricto con Estados Unidos.
Entre los logros indiscutibles que tiene el presidente Rafael Correa en sus seis años de mandato destaca su decisión por recuperar la soberanía nacional, al punto de poner al margen a los organismos financieros internacionales, y, por lo mismo, colocar en su agenda de prioridades la integración latinoamericana. Tan es así que, asumiendo a fondo la presidencia pro tempore de la naciente Unión de las Naciones Suramericanas (Unasur), contribuyó a darle el impulso necesario para que tome la viada inicial; cuestión necesaria a cualquier iniciativa colectiva o personal.
En este sentido, el gobierno de Correa ha jalonado con ímpetu para que en las dinámicas integracionistas se contemple la necesidad de avanzar hacia una nueva arquitectura financiera regional, que entre otros componentes registra la creación del Banco del Sur y el establecimiento del Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos, como instrumento monetario virtual en el comercio de la región). De ahí que en su mensaje el mandatario ecuatoriano señaló que la tarea es seguir profundizando en esa integración (ALBA, Unasur, Celac), que ya no es un sueño.
Con el triunfo de Rafael Correa, ganan los procesos de integración, en las esferas gubernamentales. Pero, a la vez, se multiplica el reto a los movimientos sociales en cuanto a la formulación de propuestas e iniciativas, siendo que la repetición de consignas de antaño resulta insuficiente –cuando no nula- ante los nuevos desafíos.
Por decir algo, en la VI Cumbre de Unasur (Lima, 30/11/12), el punto 15 de la Declaración señala: “Que la participación de de los actores sociales es un aspecto sustantivo del proceso de integración suramericana y fundamento de su Decisión de crear un Foro de Participación Ciudadana de Unasur como espacio específico, e insta a los Consejos Sectoriales, Grupos de Trabajo y demás instancias de Unasur a establecer, según su propia especificidad y fines, mecanismos de difusión de sus actividades y de recepción de sugerencias e iniciativas”. (http://alainet.org/active/60122).
Por años pregonamos: “pasar de la protesta a la propuesta”. Ese es el desafío que seriamente nos corresponde encarar.