Entrevista con Gerald Mathurin

La crisis Haitiana de Nación

2010-07-22 00:00:00

Pasados seis meses del terremoto que asoló Haití el 12 de Enero de 2010, el escenario no cambió. Mientras Bill Clinton y la comunidad internacional hacen propaganda de una ayuda financiera de U$ 9,9 mil millones para la reconstrucción del país, ruinas y escombros se amontonan por las calles y carreteras y la única acción visible de esta ‘reconstrucción' son avergonzados grupos de limpieza en los cuales hombres y mujeres haitianos retiran con las propias manos hierros, vigas, destrozos y cuerpos. 
 
“Ya estamos acostumbrados a las promesas de la comunidad internacional. No es la primera vez que estamos enfrentando problemas y ya tenemos muchas promesas de la comunidad internacional acumuladas. Ella nos ofrece su apoyo y lo que nos da es una ocupación”, afirma Gerald Mathurin, uno de los principales lideres campesinos haitianos, en entrevista en exclusiva para el Periódico Brasil de Fato sobre la coyuntura actual de Haití.
 
En opinión de Mathurin, “El tema militar acompaña siempre las intenciones de las potencias internacionales cuando necesitan hacer algo en el país. Los militares que vinieron antes, y los que vienen ahora, tienen siempre la misma misión, tienen siempre el mismo objetivo, que es aplicar el proyecto del imperialismo. Esa es su misión”. En este sentido, su temor es que la reconstrucción sirva solamente “para beneficiar la inversión de las empresas capitalistas en Haití”.
 
Gerald Mathurin también se refiere a la cuestión agraria del país, el papel sumiso del Estado haitiano y las perspectivas de transformación social para superar lo que él llama como “Crisis Haitiana de Nación”.
 
A continuación la entrevista completa.
 
- BdF: Podría hacer una pequeña presentación suya y un breve resumen de su trayectoria.
 
GM: me llamo Gerald Mathurin, tengo 56 años y nací en Jakmel. Actualmente estoy en la coordinación de una organización que se llama KROS (Kòdinasyon Rejyonal Òganizasyon Sidès). Estoy en esa organización hace algún tiempo, desde el 1998, un año después de que dejé el Ministerio de Agricultura. Soy ingeniero agrónomo y trabajé por mucho tiempo con el Estado. Desde mi juventud trabajé en la ODVA (Organización para el Desarrollo del Valle del Artibonite), trabajé en el Valle de Latibonit, en el Sur, en Grandanse, en el Alto Latibonit. Por esa razón, durante ese periodo, hice muchas consultas y viajes por el interior del país, adquiriendo una idea general de Haití, hasta llegar al cargo de Ministro de la Agricultura durante el periodo de marzo de 1996 a octubre de 1997. Trabajé en el sector de las ONGs también, por un corto tiempo, quizás por dos a tres años, donde di soporte a las organizaciones populares, por regla general, y campesinas. Después de eso, vine para el KROS, primero como capacitador, después como coordinador. Por lo tanto, podría decir que mi experiencia ocurre en tres dimensiones de organizaciones, a saber, el Estado, las ONGs y los Movimientos Sociales. 
 
Bdf: Podría hacer un balance general sobre la cuestión agraria en Haití
 
GM: tengo una manera de resumir la lucha agraria de Haití. Podemos decir que existió en el país dos grandes corrientes. Una primera corriente que defendía el interés de los latifundistas, que intentó asegurar las grandes propiedades, utilizando grandes superficies de tierra con trabajadores agrícolas. La otra corriente fue la de la pequeña propiedad de tierra, que se basaba en la perspectiva que cada familia campesina debería tener un pedazo de tierra para trabajar. Esas dos corrientes se enfrentaron desde los inicios del país. Podemos decir que esas corrientes tuvieron dos grandes precursores: Toussaint Louverture defendiendo la opción por los grandes latifundios y Moïse Louverture a favor de las pequeñas propiedades de tierra(1).
 
Esas dos posiciones nunca se conciliaron y nunca llegaron a un entendimiento. Es por ello que jamás hubo una verdadera política agraria en el país. Dessalines(2) intentó regular esa situación, pero no tuvo tiempo porque fue asesinado. Era una persona que tal vez hubiese conseguido resolver el problema agrario, por que quería resolverlo. Más tarde, con los gobiernos de Pétion y Boyer(3), se intentó resolver la situación mediante donaciones de tierras. Es de ahí que surge la palabra “grandon” (latifundista en creol). “Grandon” significa grande ‘gran' donación ‘don'.
 
Podemos decir que la cuestión agraria jamás fue objeto de reflexión, de definición y de aplicación política. Es por ello que siempre hubo lucha alrededor de la cuestión agraria. Sea que se trate de los “Piquets”(4), sea que se trate de otras movilizaciones sociales, en la historia de Haití los campesinos siempre lucharon para conquistar la tierra. Siempre hubo lucha. Si hiciéramos un balance de la cuestión agraria de Haití hoy en día, podemos decir que, si los campesinos no llegaron a conquistar la posesión de la tierra, llegaron por lo menos a tener acceso la tierra.
 
Son los campesinos que controlan la producción de alimentos. A pesar de que muchos campesinos no sean propietarios de tierra, son ellos los que tienen control sobre la producción de alimentos. No existe ninguna empresa capitalista, ninguna empresa del agronegocio instalada en el campo haitiano. La agricultura es esencialmente campesina. Son los campesinos los que controlan la tierra, a pesar de no sean propietarios de ella. El trabajo de la tierra es muy rudimentario y difícil, pues nunca fue modernizado. Y la circulación de la producción siempre fue complicada. Y es justamente porque los campesinos no poseen la propiedad de la tierra que la agricultura es poco productiva en Haití. Porque las personas que trabajan la tierra no tienen la propiedad de la tierra. Tienen como máximo pequeños pedazos de tierra o herencias que recibieron de sus parientes. Para garantizar su supervivencia, sólo les resta trabajar en las tierras de los latifundistas. Eso hace que los campesinos sobreexploten las pocas tierras que poseen y tengan dificultades en hacer inversiones – por la ausencia de recursos o porque las tierras son de otras personas. Por ello la agricultura entra en una etapa de regresión, de degradación, porque no hay inversión. De esa forma, la cuestión agraria hoy en día merece ser discutida de forma más seria para dar a la agricultura una oportunidad para que ella se desarrolle verdaderamente.
 
Bdf: Podría hablar un poco más sobre la producción nacional de alimentos y la dificultad para el abastecimiento interno.
 
GM: Desde los años 50, la producción comenzó a retroceder y la situación se fue agravando. Hoy en día, el déficit en la producción de alimentos es muy grande. Se habla de una cifra de entre el 45% y el 50%. Eso quiere decir que la mitad de nuestras necesidades alimentarias viene de fuera del país. Está claro y evidente que si hubiese esfuerzos y políticas desarrolladas, trabajaríamos 10, 15, 20 años para resolver ese déficit y reanudar nuestra autosuficiencia. Pero eso exige esfuerzos importantes y uno programa político serio. Para nosotros, a nivel de KROS y de otros grupos que estamos reflexionando sobre esa cuestión, creemos que eso es posible, pero será necesario que el Estado, el Gobierno, se interese por la producción agrícola. Son necesarias reformas importantes sobre la cuestión agrícola en el país. 
 
Hay muchas personas que tienen propiedades, pero no poseen ninguna relación con la tierra, sea porque son médicos, profesionales liberales, sea porque viven en Miami, Canadá, Europa o en otro país. Eso sólo es posible porque esas personas nacieron en un país en que el sistema agrario permite que ellos tengan derecho a tierra, aún que no trabajen en ella. Esas personas no van a dejar el extranjero para trabajar la tierra en Haití. Creo que es un problema que debe resolverse en el marco de un acuerdo con las personas que viven en el extranjero y tienen tierras en Haití. Un acuerdo que va a permitir liberar esas tierras para aumentar el espacio de producción de los campesinos y que, de esa forma, garantice la viabilidad de la agricultura en el país. Porque cuando una familia campesina tiene solamente un pedazo reducido de tierra para producir, la agricultura se vuelve inviable. Y tampoco pueden invertir. En ese sentido, es necesario también liberar las tierras que pertenecen al Estado, para aumentar el acceso la tierra por parte de los campesinos, ayudándolos a financiar la compra de la tierra.
 
De todas maneras, una cosa debe quedar clara: la agricultura en Haití es una actividad que sólo los campesinos pueden hacer. Pueden hasta instalar pequeñas empresas agrícolas, pero la agricultura deberá quedar en las manos de los campesinos. Sólo así podemos llegar a transformar realmente la agricultura en el país. Eso requiere un programa agrario para Haití, un verdadero programa agrario. Ese es el problema fundamental del país: estabilizar la cuestión de la agricultura, con familias campesinas involucradas en la producción. ¿De que estamos hablando?  Estamos hablando de la transformación de la vida de los campesinos. Sólo a partir de ahí es que vamos a tener la base necesaria para hablar de otros problemas en el país.
 
Desafortunadamente, no se oye a las autoridades tocar ese asunto cuando se habla de la reconstrucción o refundación de Haití. No es de esto que están hablando. Hablan en millones y millones de dólares que vendrán, pero esos dólares que serán invertidos no tienen ninguna relación con esos problemas. No hablan nunca de esos problemas en marco de la reconstrucción.
 
Bdf: ¿Cuáles son las consecuencias del terremoto de 12 de enero de 2010 para el país?
 
GM: La forma como algunas personas están encarando el terremoto en Haití no es correcta, ni justa. Es verdad que el terremoto causó muchos daños materiales. Es verdad que muchas personas murieron. Es verdad que hay muchos desamparados. Nosotros sabemos. Los datos están ahí. Más de 200 mil muertos, 1 millón de desamparados y los daños físicos de los que hasta ahora no tenemos el real alcance, pero se hablan en miles de millones de dólares. Esos son los datos.
 
Pero el terremoto también abrió nuestros ojos para ver en que estado se encontraba nuestro país. Todo haitiano tiene hoy un nivel de consciencia sobre la situación de Haití. Una consciencia que no poseía antes. Y eso es muy importante. Los haitianos se habían dado cuenta que no están viviendo en un ‘país', están viviendo en una estructura en la cual el Estado está ausente, el Estado está perdido, el Estado es impotente. Se dan cuenta también de que hay una necesidad imperativa de cambiar eso. Esa es la segunda gran consecuencia del terremoto, después de la destrucción de las vidas y de las casas.
 
La tercera gran consecuencia es la constatación de que el Estado no es capaz de intervenir, lo que muestra la debilidad y fragilidad del país. Es un país muy frágil y necesita que las autoridades den respuesta concreta a esa fragilidad. Estamos en un territorio frágil, sujetos al paso de ciclones y terremotos y no tenemos capacidad de responder a esa fragilidad.
 
Finalmente, la última consecuencia que surge de esa situación es sobre la orientación que las personas quieren dar al país. ¿Qué orientación es esa?  ¿Qué camino es ese?  Pienso que hay una constatación generalizada sobre las trabas a la elección de ese camino, una traba a la soberanía del país, representado por el proyecto de ocupación del país. Yo pienso que estas son las grandes consecuencias del terremoto.
 
Bdf: ¿Y las consecuencias para el campo haitiano?
 
GM: Las consecuencias para el sector agrícola no fueron pequeñas. Hay una serie de otros actores hoy en día que están actuando en el sector agrícola, que no estaban actuando antes. Hay más actores, más personas y no hay una capacidad de coordinación de esos actores. Otra consecuencia es que las familias campesinas recibieron muchas personas refugiadas y tuvieron que sacar de su escasa producción para alimentar a esas personas. Esos desprotegidos migraron a las provincias, al campo, y buscan respuestas para su vida y para su supervivencia. Y la presión de esas personas recae sobre la agricultura. La tercera cuestión es que por detrás de todos esos proyectos de reconstrucción se esconden otros intereses. No creo que sea por mera casualidad que la Monsanto aparece en escena y empieza a donar semillas de maíz hibrido. Yo pienso que está buscando caminos para tener el control total sobre el mercado de semillas en Haití. Es una consecuencia bastante importante y nosotros debemos estar vigilantes.