¡Los transgénicos secuestran nuestro futuro!
Nos esperan en Zaragoza, la Capital de Aragón acogerá una gran manifestación popular para defender el derecho a producir y a consumir alimentos cien por cien libres de organismos modificados genéticamente. El 18 de abril será un día importante para todos los que creemos que la alimentación es un derecho de los seres humanos y no un negocio. Nos manifestamos un día después del DIA INTERNACIONAL DE LA LUCHA CAMPESINA, sumándonos así a todas las movilizaciones que se desarrollarán en todo el mundo en favor del derecho a seguir siendo campesinos y campesinas, unido al anhelo ciudadano de la SOBERANÍA ALIMENTARIA para todos los pueblos.
Movilizarnos el día 18 de abril significa parar la imposición de una tecnología que se vuelve contra nosotros y nosotras, acelerando los procesos de más expulsión de agricultores y agricultoras de nuestros campos. Los transgénicos son la continuación de la revolución verde y del modelo agroindustrial que ha provocado en el Estado Español la desaparición silenciosa de más del 50% de los profesionales agrícolas en los últimos 25 años.
Desde la perspectiva de la defensa de una agricultura con agricultores y agricultoras no nos queda ya ninguna duda, para qué ciertas tecnologías si son las causantes del abandono de nuestras formas de vida?? . El declive de nuestros pueblos, expresado en el abandono y la despoblación, ha tenido como causa fundamental la implantación forzosa de un modelo agroalimentario que se olvidó de las personas, aquellas que durante siglos supieron compatibilizar la producción de alimentos sanos y nutritivos con la gestión de los ecosistemas donde éstos intervenían.
El desarrollo de la biotecnología y en los próximos años el de la NANOTECNOLOGÍA es la culminación de un proceso de industrialización del campo en manos de muy pocas empresas, apoyadas sistemáticamente por las políticas de los organismos multilaterales (BM, FMI, OMC ) y con el beneplácito de la mayoría de los Estados, a costa del empobrecimiento de millones de campesinos y campesinas de todo el mundo y de la provocación forzosa del éxodo del campo a las grandes urbes.
El desarrollo de los CULTIVOS TRANSGÉNICOS seguirá fortaleciendo la misma dinámica, generando cada vez más situación de dependencia tecnológica del productor/ra hacia la transnacional propietaria del avance tecnológico, incluida la dependencia para poder sembrar nuestros campos a través de semillas manipuladas y patentadas. Es decir, nos presionan sistemáticamente para pasar de ser productores de alimentos a consumidores de tecnología que produce materias primas para mercados especulativos.
Pero además, las semillas transgénicas abren el camino hacia el monopolio absoluto de la biodiversidad agrícola y a su vez también el de los alimentos por las mismas empresas que cierran el ciclo: el control de la tecnología para producir y el de los mercados de alimentos para especular.
Los impactos medioambientales están asegurados, suelos, agua y biodiversidad han entrado en un deterioro alarmante como abuso de un sistema productivo del que sólo se piensa en la extracción de materia sin devolverle nada a la tierra.. Los alimentos que nos obligan a producir son de dudosa calidad a pesar de todo el control sanitario que se intenta ejercer desde las instituciones para asegurar la trazabilidad de los mismos.. Los riesgos para la salud de las personas se multiplican, el crecimiento de alergias y tumores cancerígenos son algunos de los resultados de una tecnología que pone de cobayas a las personas y los entornos donde vivimos.
Podemos dar más razones para comprender que el 18 de abril tenemos que movilizarnos contra la ingieneria genética en la Ciudad de Zaragoza, pero al menos existe una que elimina cualquier duda ante las múltiples preguntas que se hace la población: la industria agroalimentaria que impone dicha tecnología avanza sin rubor alguno hacia la privatización de la tierra, el agua, las semillas y los alimentos, convirtiendo derechos ciudadanos en su propiedad privada; y, si no, que se lo pregunten a los mil millones de seres humanos a los que se les niega el pan y la palabra.
En síntesis, los transgénicos privatizan la vida, no producen más, no ayudan a los agricultores y agricultoras, no sirven para mantener vivos los ecosistemas, incrementan el riesgo de la salud de las personas, socavan la soberanía alimentaria de los Pueblos, aumentan la geografía del hambre en el mundo, y SECUESTRAN NUESTRO FUTURO.
Y por eso, sencillamente, no los queremos!!.
Jerónimo Aguado Martínez, Campesino y Presidente de Plataforma Rural