Miles de voces con el mismo reclamo:
“Que la crisis la paguen los ricos”
Si bien nadie puede asegurar cual será la profundidad de la crisis económica, las consecuencias ya comienzan a sentirse. Frente a los despidos, la reducción de salarios, suspensiones y crecimiento de la pobreza y el hambre, decenas de organizaciones latinoamericanas y de todo el mundo comparten una certeza: los impactos de la crisis no deben recaer sobre quienes menos tienen.
Así, nació en el Foro Social de Belén, la jornada de lucha continental, contra la crisis y la guerra que se comenzó el 28 de marzo y se extenderá hasta mañana en distintos puntos del mundo, con jornadas regionales el 30 de marzo en América Latina.
Frente a la crisis, los gobiernos en general y los latinoamericanos en particular han buscado y generado políticas intervencionistas para intentar sobrellevar la situación. Sin embargo, a diferencia de otras crisis del capitalismo, en este caso no se trata de una de las tantas que ocurren cíclicamente, sino que adquiere una profundidad y complejidad mayor. A la hora de comparar la situación actual con el crack de 1929, se olvida que en este caso, la crisis impacta sobre una economía globalizada mundialmente, en donde se une con una crisis ambiental, cuando la explotación de los bienes naturales se refuerza como forma de atenuar la baja de ingresos fiscales. La profundidad y lo abarcativo de este derrumbe, nos haca pensar en una crisis civilizatoria, en la que entran en juego no tan solo el aspecto financiero y político, sino que se extiende a todos los aspectos de las sociedades neoliberales.
Desde fines del año pasado el crack que comenzó en el sector financiero, fue avanzando sobre el sector productivo de la economía llevando al cierre de fábricas y mayor desocupación. Frente a esto, las medidas anunciadas por los gobiernos demostraron ser insuficientes para paliar la crisis.
En la región durante el último lustro crecieron los países cuyos PBI son más grandes como Brasil, México y Argentina, pero tambien lo hizo Haití, el país con menor cantidad de volumen económico registró años de creciemiento. Se pensó inicialmente que había "espaldas" suficientes para atenuar el embate. Sin embargo, el carácter dependiente de las economías latinoamericanas, condicionadas por las exportaciones de materias primas o de productos con escaso valor agregado implica que, ante la menor demanda, las divisas circulantes también se reduzcan. La disyuntiva será entonces proteger los salarios y derechos sociales o no hacerlo, para mantener en cambio, los niveles de rentabilidad obtenidos recientemente por las empresas.
En esta situación, decenas de organizaciones sociales y políticas de la región avanzan en la consolidación de la articulación, lucha y solidaridad entre los pueblos, para fijar posiciónes comúnes. Con la convicción de que para enfrentar los próximos años es necesario el protagonismo de los sectores populares organizados, movimientos de Brasil, Venezuela, Cuba, Ecuador, Argentina, Nicaragua y otros países comenzaron a articular acciones directas y compartir posiciones políticas, en el espacio del ALBA de los pueblos.
Con los principios de autonomía, solidaridad, respeto a la autodeterminación de los pueblos y la defensa de la soberanía nacional y popular, las organizaciones se propusieron una agenda de lucha en común para rechazar las políticas extractivas, mineras y de agronegocios impulsadas en cada país, el pago de la deuda externa ilegítima e ilegal, denunciando al mismo tiempo el papel de las instituciones financieras internacionales como instrumentos del capital y luchando por el derecho al trabajo, a la vivienda, a la tierra y por la defensa de los territorios, contra la mercantilización y privatización de la naturaleza.
En enero de 2009, en el Foro de Belén, las organizaciones acordaron realizar una jornada continental de lucha el 30 de marzo “Contra la crisis y la guerra”, tomando no por casualidad esa fecha en la que se conmemora una de las masacres del pueblo palestino llevadas a cabo por Israel en el 1976. Junto a decenas de organizaciones sindicales, campesinas, barriales y culturales, se desarrollaron actividades durante esta semana en numerosos países del mundo. La resistencia a la crisis, el repudio a la invasión de Israel a Gaza y la solidaridad con el pueblo palestino se hicieron presentes demostrando que, si bien en cada país las situaciones son distintas, la lucha por la liberación es la misma en cualquier parte del globo.