Ecuador: Campaña por el Proyecto de Ley de Tierras

"Podemos construir un nuevo modelo económico"

2011-11-21 00:00:00

Organizaciones campesinas e indígenas del Ecuador, entre ellas FENOCIN, CNC-Eloy Alfaro, CORMONLIT y FEI, realizan una campaña de recolección de firmas para apoyar el Proyecto de Ley de Tierras, construido y debatido por ellas. El proyecto de ley tiene como objeto garantizar el ejercicio de los derechos; el Buen Vivir, en la ruta por la revolución agraria y la soberanía alimentaria en el país.
 
El primer encuentro regional de la campaña tuvo lugar en Babahoyo, provincia de Los Ríos, el 14 de noviembre. A continuación el discurso que presentó la presidenta de CORMONLIT (Corporación de Montubios del Litoral), Cecilia Castro Márquez.
 
Compañeros dirigentes de las organizaciones indígenas, negras y campesinas, es para el pueblo montubio de la provincia de Los Ríos un momento muy importante, ya que muy pocas veces podemos reencontrarnos los pueblos del Ecuador para discutir, analizar y construir procesos colectivos
Y hoy se trata de eso; los pobres de la patria, los herederos de la inequidad, el abandono y la indiferencia estamos unidos para romper con el pasado y construir una sociedad más justa que respete nuestros derechos y que nos dignifique como seres humanos, que reconozca en nosotros   el motor principal que mueve y sostiene con su trabajo la economía nacional, que garantiza la soberanía alimentaria y que posibilita los ingentes recursos provenientes de las agro-exportaciones.
Nuestra pobreza no es casual, es una construcción histórica que ha sido causada por las manos invisibles del mercado; escúchese esto como las manos de quienes en el pasado financiaban las campañas electorales desde las oficinas de sus empresas para que luego sus lacayos formulen leyes, que les permitan una mayor acumulación de riquezas y propiedades, entre ellas la tierra
Entonces nuestra pobreza no es casual; es una construcción histórica, necesaria para que el capital salvaje y arrogante pueda garantizar su proceso de acumulación.
Esto nos lleva a la reflexión de que nuestra lucha no es contra una u otra persona en particular, nuestra lucha es contra un sistema de explotación y acumulación.
Es el sistema al cual debemos acabar, para construir un nuevo modelo económico y de desarrollo en donde su objetivo sea el bienestar de los seres humanos y que garantice el conjunto de derechos fundamentales sobre los cuales se debe asentar el buen vivir.
En este acto quiero realizar un homenaje a nuestros padres y abuelos responsables de las tomas masivas de las haciendas en la provincias de Los Ríos, Guayas y Manabí que en sus inicios fue reprimido brutalmente y que sin embargo a pesar de la persecución, desalojos, quemas de sus casas, prisiones y en algunos casos muerte de los dirigentes, no cedieron, no dieron ni un paso atrás y que obligaron al gobierno de turno a iniciar un conjunto de acciones legales para realizar desde su punto de vista una transición pacífica a una nueva forma de propiedad de la tierra.
Las tomas de las haciendas en la costa, debemos recordarlo como una acción del pueblo montubio, de aquellos montubios descendientes al igual que nosotros del general Eloy Alfaro y de sus montoneras montubias alfaristas.
Con estas acciones nace el cooperativismo, las cooperativas agrícolas, las cooperativas arroceras que pasaron a garantizar la soberanía alimentaria del país; miles de hectáreas nos fueron entregadas, nació el Banco de Fomento, se creó promesa para la transferencia de tecnología, y sin embargo estas instituciones en su desempeño no dieron cuenta de la real necesidad de los pequeños productores.
Los terratenientes a los cuales en un acto de justicia se les expropiaron las tierras para ser entregadas a las cooperativas agrícolas, alentados desde los centros de poder continuaron siendo los grandes comercializadores de nuestros productos y esa mano invisible manejaba los precios, precios bajos para los productores de arroz, maíz, soya y otros productos, pero alto para ellos, garantizándoles la acumulación capitalista desde la esfera de la circulación de las mercancías.
Estos bajos precios que nos pagaban impedían recuperar las inversiones realizadas en los procesos productivos, obligándonos a recurrir nuevamente al banco de fomento para solicitar nuevos créditos.
Esto no era un hecho aislado o casual, respondía a un maquiavélico plan de reconcentración de la tierra, todo ideado por los mismos grupos de poder a los cuales vencimos con la reforma agraria.
El objetivo político, era la destrucción de las cooperativas agrícolas como forma de organización. Y el económico era recuperar las haciendas transformadas en unidades productivas que ya se encontraban en nuestras manos.
En la reforma agraria, la fuerza pública, la policía nos reprimía nos desalojaba y quemaba las cosas y encarcelaba a nuestros dirigentes.
Luego de la reforma agraria el Banco de Fomento se volvió en el instrumento, en la herramienta, de reconcentración de la propiedad sobre la tierra; este Banco embargaba las tierras de las cooperativas agrícolas, destruía nuestras organizaciones, luego de embargar nuestras tierras procedía a rematarlas y a venderlas a un precio inferior a su valor real. Nosotros, de ser propietarios colectivos de las tierras, volvíamos a ser peones, obreros agrícolas asalariados, al servicio de los terratenientes.
Habiendo actuado políticamente para destruir nuestras organizaciones, ahora venia la creación de un imaginario en el que los pobres habíamos nacido pobres por lo tanto obreros asalariados, peones y que no podíamos convertirnos en empresarios, que no teníamos capacidad para eso; ignorantes, analfabetos sin más capacidad que la de recibir órdenes para realizar el rudo trabajo en el campo.
Que éramos los responsables de la quiebra del Banco de Fomento, que el Estado nos había entregado las tierras, que el mismo Estado había intentado transferirnos tecnología, y que habíamos fracasado, que éramos una masa de ignorantes y analfabetos que debíamos ocupar nuestro lugar en esta sociedad inequitativa.
Tamaña mentira destinada a que nunca más pensáramos en una nueva reforma agraria, en recuperar lo que con artimañas nos fue arrebatado, para luego ser entregado a los mismos de siempre, alta voz ventas fraudulentas.
En 1984 se deroga la ley de reforma agraria y colonización, se elimina el IERAC, esta institución era un peligro para los nuevos dueños de la tierra, se construye una nueva ley, la ley de desarrollo agrario aprobada por el Congreso Nacional de ese entonces. El objetivo era impedir que los terrenos improductivos pudiesen ser afectados nuevamente. Algunos dirán que la Ley de Desarrollo Agrario y su reglamento crea los mecanismos para las expropiaciones de las tierras improductivas que no cumplen su función social.
Pero esa misma ley hasta ahora vigente, impide la toma de estas tierras improductivas, las organizaciones iniciábamos el trámite de expropiación en el ex INDA pero no podemos tomarnos las tierras, porque este acto es calificado como invasión y se ordena el desalojo.
La toma de estas tierras improductivas simplemente garantiza que no ocurra lo que ha venido ocurriendo, que cuando llega la inspección de las tierras por los funcionarios del antes INDA, hoy Subsecretaria de Tierras, el hacendado y acaparador de tierras improductivas ya había ingresado con tractores desbrozando el terreno, prestándole a sus amigos también hacendados ganado para ponerlo a pastar. Argumentando que sus tierras están ocupadas y trabajadas, y que cumplían con la función social y que nosotros somos invasores, mentirosos y delincuentes que queremos apropiarnos de lo ajeno.
Por estos vacios legales y otros es necesario una nueva ley de tierras, preparada, elaborada y discutida de manera colectiva entre los montubios, indígenas, negros y campesinos que nos permita una nueva redistribución de la tierra.
Pero esta nueva ley, como parte del buen vivir, debe garantizarnos procesos de transferencia de tecnologías, créditos, comercialización, incorporación de valor agregado a nuestros productos, una ley de tierra que a la vez proteja y respete a la madre naturaleza.
Esta es una tarea de los pobres del campo, de nuestras organizaciones, no puede ni debe ser obra de actores políticos y sociales ajenos a nuestra realidad, por eso hemos convenido el inicio de un proceso de recolección de firmas para que, haciendo uso de la Constitución aprobada en el referéndum aprobatorio del 2008, presentar un proyecto de ley a la Asamblea Nacional para su análisis y aprobación.
Hago un llamado a las organizaciones presentes en este evento a seguirnos preparando para el inicio del proceso de recolección de firmas, que vayamos a nuestros recintos que convoquemos a las comunidades, que socialicemos el proyecto de ley de tierras y que no se quede una sola persona sin firmar en nuestros sectores.
Esta es nuestra más urgente tarea, unidos somos una fuerza poderosa, un ejército de pobres, que no podrán detener.
Debemos estar atentos de quienes desean impedir esta acción; no se puede hablar de profundización de la revolución agraria sin la creación de una nueva ley de tierras, territorios y comunas.
Los pobres no somos pobres porque somos vagos o incapaces, somos pobres porque existe un modelo económico concentrador de la riqueza en pocas manos, que nos impide desplegar nuestras capacidades, que impide que desarrollemos nuestras potencialidades y no solo eso sino que se aprovecha de nuestra desorganización.
En el ámbito donde circula la comercialización de las mercancías.
Robándonos nuestras ganancias al entregarnos bajos precios por nuestros productos.
Por eso, hoy, comprendiendo nuestra realidad, estamos convencidos que si podemos cambiar el presente, que si podemos construir un nuevo modelo económico en donde los seres humanos tengamos prevalencia y que el crecimiento del capital no sea la meta, sino el desarrollo y bienestar de los seres humanos.
Me despido plenamente convencida en el triunfo de esta nueva acción en la cual estamos comprometidas todas las organizaciones más representativas del país
Hasta la victoria siempre, compañeros y compañeras.