Las redes abiertas de América

2008-04-08 00:00:00

El mapa de América tiene una configuración común, más allá de las particularidades de cada área geográfica, de las culturas y las lenguas. La mujer y el hombre americano padecen problemas similares y sus preocupaciones por los destinos de la región los convocan a mantener abiertas las redes de lucha por su soberanía.

Desde este lunes 7 sesiona el Consejo Hemisférico de la Alianza Social Continental, un espacio para la integración alternativa de los movimientos y organizaciones sociales, que busca trazar estrategias comunes y poner en sus respectivos debates y plataformas, temas de interés para el continente.

Se trata de defender el derecho a la alimentación, a la salud, a la educación, al empleo, al uso sostenible de los recursos naturales, a la comunicación, a la paz; y garantizar el respeto a las diferencias, a la pluralidad, a la vida.

Un repaso a los contextos regionales evidencia las maneras en las que ha impactado la política neoliberal y la aplicación de los TLCs en los distintos territorios nacionales. Pero también hay un ascenso de las organizaciones contrahegemónicas, unidas en la aspiración de frenar esa propuesta imperialista.

Para la delegada canadiense Nancy Burrows el neoliberalismo ha provocado la división social y sexual del trabajo. En su país sectores como la salud, donde predominan las mujeres, están siendo privatizados. Y el retorno a medidas discriminatorias contra las mujeres, como la penalización del aborto terapéutico, significan un retroceso en la lucha por la equidad de género.

En Centroamérica el desempleo y la emigración, la disminución de los gastos sociales y la desprotección de los derechos laborales, la dependencia a EEUU y la repercusión de la crisis económica que atraviesa ese país; son algunos de las secuelas de las políticas vigentes. Son los nuevos rostros de la colonización contemporánea, más sutiles, más brutales.

En el Caribe, la incidencia de fenómenos naturales ha golpeado las economías locales, otro motivo para debatir dentro de la Alianza Social Continental, sobre el cambio climático como eje trasversal, por las serias implicaciones que tiene para la salvación de la especie humana.

El proyecto integracionista del ALBA gana terreno en la región, sin embargo, no se puede perder de vista los intentos de la administración de Bush para no ceder su “acceso libre” al continente. La arquitectura financiera de muchos estados está soportada sobre las lógicas de las trasnacionales, y los intereses del norte. Pero todavía puede ser peor. Tan solo en Centroamérica y el Caribe los planes de producción de agrocombustibles contemplan a El Salvador, Honduras, República Dominicana y Haití.

La militarización, la creciente criminalización de la protesta y las leyes antiterroristas, intentan mudar hacia varios países latinoamericanos el modelo de “lucha contra el terrorismo” que ha implantado la actual administración estadounidense.

Este es solo un pretexto para justificar más violencia y represión contra cualquier manifestación popular, por lo que los miembros de los propios movimientos sociales ya sienten la presión de esas medidas restrictivas que aspiran acallarlos.

Espacio aparte merece el análisis sobre el conflicto entre Ecuador y Colombia y el proceso de paz que ha frenado el presidente Álvaro Uribe. Su política lo devela como aliado estratégico de los EEUU en América Latina.

Como si fuera poco, los medios de comunicación le siguen el juego a los poderes oligárquicos y se declaran enemigos de los gobiernos populares, electos democráticamente como sucede en Venezuela, en Bolivia y Ecuador. La fórmula y las alianzas se repiten cuando un estado se declara legítimo defensor del poder del pueblo y pone a su alcance lo que se les ha negado históricamente.

La compleja situación de América impone mirarla como un todo, buscar en cada una de sus partes, los hilos que enlazan las utopías pendientes del pueblo indígena, campesino, obrero, estudiante, intelectual orgánico...

Con ese mismo sentimiento al final de la jornada del primer lunes de abril, Robert L. M Clarke, de Barbado, llamó a fijar las brújulas hacia las relaciones sur-sur, a reinventar nuestro paradigma de desarrollo, sin tomar como referente al norte, urgido también de cambios, que sustituyan ese modelo irracional que nos mantiene en una dinámica de resistencia permanente.

Los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra los Tratados de Libre Comercio (TLCs), se convocan desde el 2001 y sus participantes han articulado acciones comunes, a través del intercambio de experiencias y del consenso sobre escenarios futuros. Esta VII edición ayudará a conformar la integración continental, desde dentro de un movimiento que no se detiene.

Nuevos conflictos y procesos, hacen reconsiderar los ejes de análisis, las interrogantes, las hipótesis, las acciones y alternativas de progreso para la región. Ese es el reto de un espacio que cada año se resignifica, con las eternas y urgentes verdades que han de circular por las venas abiertas de nuestra América.