Globalización, comunicación y movimientos sociales

2005-11-29 00:00:00

En el presente trabajo abordamos la relación entre movimientos sociales y la comunicación y la experiencia de la Minga Informativa de Movimientos Sociales, pero previamente ubicamos el escenario comunicacional e informativo, lo cual es fundamental para definir las políticas y estrategias de comunicación.

Contenido
A. El escenario comunicacional
B. Es posible romper la hegemonía
C. Comunicación y movimientos sociales

A. EL ESCENARIO COMUNICACIONAL

En el mundo de la información y la comunicación, se registra en las últimas décadas un proceso creciente de concentración y monopolización a escala mundial y regional. El proceso de fusiones, reestructuraciones y adquisiciones transfronterizas ha dado lugar al nacimiento de unos pocos conglomerados multimedias que controlan los medios, la industria cultural y del entretenimiento, además de la Internet, etc. a nivel planetario. Entre ellas se puede mencionar a AOL-Timer Warner, Disney, News Corporation, Vivendi Universal y Bertelsmann, Microsoft. Estos conglomerados cumplen un doble rol: como agentes discursivos y como agentes económicos. En tanto actores económicos se inscriben en una de las actividades de mayor desarrollo y que más ganancias genera, a tal punto que desde ellas han surgido los mayores multimillonarios del mundo, como Bill Gates. Como agentes “discursivos” no solo “venden y legitiman el ideario global sino que también lo transforman en discurso social hegemónico, difundiendo visiones del mundo y modos de vida que transfieren al mercado la regulación de las demandas colectivas. La llamada gran midia fabrica el consenso sobre la superioridad de las economías abiertas, insistiendo en que no hay salida fuera de las recetas neoliberales” (1)

Aunque las transnacionales mediáticas asentadas en Estados Unidos tienen una gran influencia en la región, sus competidores de origen europeo, principalmente de España (como el grupo PRISA y Telefónica Móviles (2), están conduciendo a una diversificación de la dependencia y a un incremento de la subordinación cultural e informativa de América Latina y del Caribe. Las transnacionales del Norte controlan en la región la telefonía fija y móvil, los servicios de Internet, las comunicaciones satelitales y las redes de televisión. Las cadenas de televisión por cable (CNN, MTV, Cartoon Network, Discovery Channel), las agencias de información y sus servicios para radio y televisión de los países desarrollados, llegan con sus mensajes a millones de teleespectadores, radioescuchas o lectores, en asocio con los medios locales.

En América Latina también se produce un proceso de concentración mediática en los mismos grupos tradicionales dominantes que históricamente han detentado el poder económico y político, mismos que ha entrado en alianza, de manera subordinada, con el capital transnacional. Entre los conglomerados latinoamericanos de mayor influencia se puede mencionar a Televisa de México, O Globo de Brasil, el grupo Clarín de Argentina, el grupo Cisneros de Venezuela, el Mercurio de Chile y Caracol de Colombia, entre otros. “La concentración en pocas manos dificulta la entrada de nuevas empresas, estilos y contenidos en el mercado. Más aún: homogeniza el noticiero y estandariza el entretenimiento. Poderosos, los controladores son contrarios a la crítica y al cuestionamiento a sus procedimientos. En el caso de las emisoras de radio y televisión, que dependen de concesiones públicas para operar, el caso es peor, ya que la condición pública, los compromisos que se derivan de la concesión y las contrapartidas sociales son simplemente olvidados”. (3)

El proceso de monopolización también se reproduce en las redes globales de comunicación, particularmente en la Internet. En lo que se refiere al gobierno de Internet, Estados Unidos controla la red de redes a través de la Corporación para la Asignación de Nombres y Números de Internet (ICANN, por sus siglas en inglés), un organismo de derecho privado dependiente del Departamento de Comercio de Estados Unidos. “La ICANN es la gran controladora de la red. Se basa en un dispositivo técnico constituido por 13 poderosos ordenadores, denominados "servidores raíces", instalados en Estados Unidos (cuatro en California y seis cerca de Washington), en Europa (Estocolmo y Londres) y en Japón (Tokio)”. (4) (5)

EE.UU., durante los debates de la segunda fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), realizada en Túnez, mostró una tenaz oposición a perder la hegemonía de Internet, aunque, por la presión internacional, dio paso a la creación de un Foro sobre la Gobernanza de Internet, una instancia de deliberaciones que no alterará el control que mantiene sobre la red mundial de computadoras.

En lo que se refiere a la industria del software es conocido el dominio monopólico de la estadounidense Microsoft, aunque su “imperio” informático está siendo cada vez más cuestionado por el movimiento de software libre que gana cada vez más terreno y por gobiernos que han adoptado el software de fuente abierta. De otro lado, algunos estudios indican que 14 empresas absorben el 60% del tiempo que los navegantes pasan conectados a la Internet. Con relación a los idiomas, el 80% de los contenidos difundidos en los sitios Web está en inglés, pese a que solo el 10% de la población mundial maneja este idioma. (6)

En América Latina y el Caribe aún está lejos de superarse la denominada brecha digital que es la expresión de las “brechas sociales, económicas, políticas y culturales, existentes dentro y entre las sociedades”. Aunque en la región, según datos de la CEPAL, el número de usuarios de la Internet se multiplicó por 12 entre 1998-2004 (desde 6 hasta 72 millones), esto representa solo el 14% de la población latinoamericana y caribeña, lo que contrasta con el 50% de los habitantes de los países desarrollados. El acceso a Internet se concentra en las capas de mayor nivel económico (7) y es usado más por hombres que por mujeres, en tanto que amplios sectores pobres del campo y de las ciudades, grupos étnicos y minorías forman parte del gran contingente que se está quedando fuera de los potenciales beneficios de las nuevas tecnologías.

Pero además del control global que ejerce EE.UU. sobre Internet y la llamada brecha digital, existen otros factores y tendencias en la comunicación que hacen ver las limitaciones y restricciones de la Internet y de las comunicaciones globales. Nos estamos refiriendo a los efectos negativos de los sistemas mediáticos sobre las identidades y las culturas; la emergencia de los regímenes de los “derechos de autor” y la erosión del dominio público del conocimiento global; los atentados a los derechos humanos en la campo digital, sobre todo después del 11 de septiembre de 2001, fecha a partir de la cual se han adoptado regulaciones más fuertes para la vigilancia electrónica a nivel global, atentando contra la privacidad y la libertad de expresión de los ciudadanos/as. (8)

Los factores señalados anteriormente permiten decir que el derecho a la comunicación que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos, se encuentra amenazado por un nuevo tipo de dictadura: la dictadura del mercado que ha transformado a la información en una mercancía, despojándola de su esencia fundamental que es la de constituir un bien público. La información ahora es la mercancía que permite la realización de la ganancia. Esta mercancía, por lo tanto, se encuentra sometida a las llamadas leyes del mercado: a la oferta, la demanda y la competencia. Sometidos al parámetro implacable del rating, los medios no escatiman ningún método para ganar audiencias. Todo o casi todo es válido en este campo: la pornografía, el sensacionalismo, la simplificación de la información, la programación de la televisión basura, el uso de la mentira, el chantaje y la manipulación. Fruto de todo esto, el sentido público de la comunicación queda gravemente golpeado e igualmente el derecho de los/as ciudadanos/as a estar debidamente informados, aspecto indispensable para poder participar plenamente en todos los aspectos de la vida democrática de un país, de un municipio o de una comunidad. Y esto no solo para las épocas electorales -que a eso se reducen las democracias formales- sino cuando se toman decisiones claves que tienen que ver con el presente y futuro de nuestros pueblos y países.

Si bien en el continente ya no se ejerce una abierta censura de prensa y ya no se queman libros en las calles como en las épocas dictatoriales, ahora, en el marco de las democracias formales, funcionan otros factores más sutiles que permiten a la elites privilegiadas “fabricar el consenso” y mantener el statu quo, como señala Noam Chomsky. Esos factores tienen que ver con el uso del marketing –que igual sirve para vender candidatos o camisas- , la sobreinformación, la apropiación privada del espectro radioeléctrico y en general con la utilización del sistema mediático para ocultar, desinformar, manipular o adormecer. Esto no quiere decir, no obstante, que no se empleen métodos autoritarios, retaliaciones económicas, recursos legales e incluso la violencia y el asesinato para acallar a medios y periodistas críticos. (9)

Ante el descrédito de los partidos políticos, los medios han adquirido “un inusitado nivel de poderío en la conducción de la existencia social. Esto ha ocurrido a lo largo de los tres últimos lustros debido principalmente a dos fenómenos. Por una parte, grandes avances telemáticos en las técnicas de comunicación que han contribuido en mucho a aumentar el alcance y la calidad de la información, así como a acentuar la concentración de la propiedad de los medios. Y por otra, con mayor peso aún que la innovación tecnológica, la profunda pérdida de credibilidad, de autoridad y respeto que han experimentado los partidos políticos por su deficiente desempeño en la conducción de los negocios públicos y por su generalmente impune envolvimiento en la corrupción en múltiples maneras” (10) La política ya no tiene como escenario las calles y las plazas, sino los sets de televisión, las cabinas radiales y las páginas de los diarios y las revistas.

B. ES POSIBLE ROMPER LA HEGEMONÍA

Si bien el poder de las corporaciones y de las empresas mediáticas es muy grande, sin embargo éste no es absoluto, presentándose fisuras, sobre todo en momentos de crisis en los que han sido severamente cuestionados. Esto se ha evidenciado, por ejemplo, en Venezuela donde los grandes medios han reemplazado a los partidos políticos convirtiéndose en agentes activos de la oposición al Presidente Hugo Chávez y al proceso bolivariano. Los grandes medios venezolanos han perdido credibilidad y legitimidad debido a su “labor” de manipulación y desinformación. La respuesta de los ciudadanos no se ha hecho esperar y han “castigado” a algunos periódicos, negándose a comprarlos, por lo que éstos han tenido que reducir drásticamente sus tirajes. Esto, igualmente, ha desarrollado la conciencia sobre la necesidad de contar con medios propios que permitan no solo contrarrestar la influencia del poder mediático sino de emprender procesos de comunicación pluralistas y democráticos.

Otro ejemplo de esto ocurrió en Ecuador, durante la “insurgencia” ciudadana que derrocó al gobierno presidido por Lucio Gutiérrez (abril del 2005), cuando los medios – y principalmente la televisión- enfrentaron duras críticas por no cubrir o minimizar las movilizaciones del pueblo quiteño. Los ciudadanos insistentemente llamaban a apagar la televisión y a permanecer en sintonía de radio La Luna, que servía de canal para difundir las informaciones y convocar a las movilizaciones.

Uno de los elementos más significativos –pero no el único- (11) para contrarrestar a los monopolios dominantes de la intermediación y transmisión informativa ha sido la apropiación del ciberespacio por parte de movimientos sociales y redes de la sociedad civil que descubren que la Internet permite disponer de canales propios para difundir sus ideas y sus reivindicaciones sin filtros, controles o manipulaciones de terceros. A comienzos del siglo XXI, encontramos una explosión de redes sociales y comunidades virtuales que producen, crean, intercambian y difunden información, imágenes, voces y opiniones utilizando herramientas como sitios Web, listas de correo electrónico, chats y foros, weblog, blogs o bitácoras, los teléfonos móviles, entre otros. “Hay todo un flujo de informaciones circulando por fuera de los sistemas formales, que indica que muchos millones de personas han escogido canales alternativos para informarse y opinar”. (12)

En el contexto de la resistencia a la globalización neoliberal, el uso de Internet ha sido decisivo para sensibilizar, promover y organizar grandes manifestaciones como la de Seattle contra la OMC en 1999, las marchas contra la guerra en Irak o los procesos de los Foros Sociales Mundiales, que comenzaron en el 2001 en Porto Alegre, las campañas mundiales contra la guerra, la deuda externa y el “libre comercio”, y muchas otras.

En América Latina se han desarrollado igualmente experiencias importantes de apropiación y utilización de las TIC en el contexto de las luchas sociales y democráticas. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que salió a luz en 1994, justo el día en que debía entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ha sido uno de los pioneros en el empleo estratégico de la Internet para comunicar sus mensajes al mundo y convertirse en un referente de la lucha global contra el neoliberalismo. En las movilizaciones sociales y “cacerolazos” del 19 de diciembre de 2001, que culminaron con la salida del entonces presidente argentino Fernando de la Rúa, fue decisivo el “uso cívico de Internet”. La difusión de información a través de los chats y los mensajes a través de los teléfonos móviles sirvieron para que nuevas personas se sumaran a las protestas. Durante las semanas siguientes, varias herramientas tecnológicas como sitios Web, listas electrónicas y foros de discusión sirvieron para debatir sobre los problemas del país, reemplazando de alguna manera a las hojas volantes o a las publicaciones partidarias que tradicionalmente eran utilizadas para informar aquello que los medios ocultan. (13)

En Venezuela, como es conocido, el 11 de abril de 2001 se produjo un golpe de Estado fallido que intentó derrocar al Presidente Hugo Chávez, siendo restituido dos días después en el poder por el pueblo que se lanzó a las calles. En la autoconvocatoria y la repuesta inmediata del pueblo venezolano destaca la conformación de una red que permitió romper el cerco informativo impuesto por los grandes medios utilizando no solo la Internet sino los celulares, las radios y la televisión comunitaria por cable, además de la comunicación cara a cara o los mensajes que llevaban y traían los motociclistas que tanto abundan en Caracas.

Durante la insurrección boliviana que culminó con la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre de 2003, la radios comunitarias de la cadena ERBOL (Educación Radiofónica de Bolivia) vinculada a la Iglesia, jugaron un rol clave para difundir informaciones y organizar las protestas, lo cual se combinó con la comunicación electrónica. “Los dirigentes sociales hacían sus convocatorias a la movilización llamando a las radios, que les permitían salir al aire con sus mensajes no censurados. Los vecinos de las principales ciudades bolivianas no solo sintonizaban las cadenas radiales más comprometidas con la lucha social, sino que también oficiaban como reporteros espontáneos, ayudados de los teléfonos celulares. Las transmisiones radiales desde los mismos lugares donde se producían masacres de las fuerzas armadas y bloqueos de los pobladores, generalizaron un clima de indignación que finalmente forzó la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada”. (14)

C. COMUNICACIÓN Y MOVIMIENTOS SOCIALES

En la última década, han ido surgiendo o reactivándose articulaciones regionales y continentales de resistencia a la globalización neoliberal y a sus políticas de exclusión, inequidad y aniquilamiento de las diversas formas de vida. Entre los espacios aglutinantes destacan la Campaña Continental contra el ALCA, el Grito de los Excluidos, las campañas por la anulación de la deuda externa y contra la militarización, y el propio Foro Social Mundial.

El antecedente directo de estas articulaciones constituye la Campaña Continental 500 años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989- 1992) que se constituyó en una primera instancia de articulación regional, al mismo tiempo que se derrumbaba el Muro de Berlín y el “socialismo real”, adoptando la consigna de “unidad en la diversidad”. El protagonista de la misma no fue el movimiento sindical sino otros sectores igualmente golpeados por las políticas neoliberales: los pequeños campesinos, los pueblos indígenas, las comunidades afroamericanas, las mujeres, los pobladores de los barrios populares Cabe indicar que fue en este marco que se procesó “la formación de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA) y la Asamblea del Pueblo de Dios (APD); la creación de espacios de coordinación de los pueblos y mujeres indígenas y de organizaciones y afrodescendientes; la reactivación del Frente Continental de Organizaciones Comunales; la conexión entre organizaciones de mujeres, de jóvenes y de derechos humanos” (15)

En estas redes y articulaciones ha ido surgiendo la necesidad de intercambiar información e ideas, debatir problemas comunes, coordinar acciones, buscar salidas. De ahí que se plantean la comunicación como un asunto práctico que deviene de la necesidad de intercomunicarse en forma regular y difundir los pronunciamientos y comunicados. Es por esta razón que tempranamente se comienza a explorar y a utilizar el correo electrónico a comienzos de la década de los 90, pues resultaba más barato que el teléfono y el fax. Pero también se va ubicando la importancia de la comunicación para influir en la opinión pública con el objetivo de “sensibilizar y ganar simpatizantes para la causa”. Esto supone superar la visión instrumental de la comunicación, “circunscrita a la utilización del medio, del instrumento, que lleva a sobredimensionar la relación e incidencia en los medios tradicionales, como transmisión de información o como un mecanismo de relaciones públicas o promoción de la organización o de los dirigentes”. (16)

De manera intuitiva, varias organizaciones se acercan a una visión de la comunicación como un proceso participativo, democrático, horizontal, multidimensional y articulador que implica diálogo e interacción. Pero el aporte fundamental de los movimientos sociales a la comunicación es que éstos la asocian con sus propuestas de diversidad cultural y lingüística, con su identidad, solidaridad, intercambio y defensa de lo colectivo, en contraste con la cultura del individualismo, el consumismo y la competencia, tan en boga en las últimas décadas.

Poco a poco, en las organizaciones y movimientos sociales del continente se presenta la necesidad de definir estrategias y políticas de comunicación entendidas como un conjunto de principios, voluntades y decisiones que definen y orientan el rumbo de la comunicación de una organización. En términos prácticos, las definiciones estratégicas se concretan cuando las organizaciones y movimientos sociales deciden crear medios propios, lo cual es visto como la única posibilidad de romper o al menos disminuir la dependencia con los grandes medios tradicionales que frecuentemente recurren al ocultamiento, la manipulación o a la estigmatización de los movimientos sociales. La decisión de crear medios propios implica comunicarse “con voz propia”, tanto con sus bases como con