IX Encuentro del Frente Continental de Organizaciones Comunales FCOC

Realidad y perspectivas de la acción comunal de Colombia y la solidaridad regional Latinoamericana y del Caribe

2003-11-25 00:00:00

1. Antecedentes históricos – culturales

El trabajo colectivo o acción común, comunitaria, comunal,
tiene antecedentes históricos –culturales identificados
desde las épocas prehispánicas, en cuanto nuestros
pobladores en la hoy América Latina y el Caribe, antes de
la conquista española, practicaban en gran medida
actividades bajo el trabajo común y sus productos -
especialmente derivados de la agricultura – se regían bajo
principios de solidaridad en el proceso productivo,
acumulativo y de reparto equitativo.

Colombia como toda América Latina, tiene denominadores
comunes en su estructura social precolombina. Naturalmente
algunas culturas como la maya, inca, azteca, tuvieron
avances más acentuados que otras como la música o chibcha
en nuestro medio, pero en el fondo la organización social
primigenia de nuestro continente, en lo referente a la
comunidad agraria indígena, tiene características comunes
con el Note y el Sur. Par el efecto bastaría invocar los
ejemplos del ayllu de los incas, el calpulli azteca y las
practicas chibchas, cuyas tierras distribuidas para su
explotación común se distribuían periódicamente para
corregir los vicios de la posesión sin términos, sin
perjuicio de ejecutar algunas tareas conjuntas, combinando
la acción individual con el beneficio común (1).

La invasión imperial española y sus posteriores rapiñas por
parte del colonialismo europeo, implicaron el cambio
cultural de esas cosmovisiones y comportamientos culturales
e institucionales de nuestros pueblos.

La imposición y la sustitución cultural en el orden
económico, institucional y de relaciones sociales de
producción, significaron profundos cambios paradigmáticos
reflejados obviamente en las prácticas sociales, las cuales
podemos repasar en las diferentes investigaciones y
lecturas históricas sobre el tema.

Con el advenimiento de la denominada independencia en
nuestra área andina (Bolívar) - que en el fondo ha
constituido una nueva forma de dependencia-, como lo
predijo el propio libertador, pasamos del agotamiento y
catástrofe demográfica de la mano de obra indígena
(encomiendas, mita, servilismo, etc.) conduciendo a la
esclavitud abierta con la importación de fuerza de trabajo
de origen africano. Esta situación se cruza con múltiples
rebeliones indígenas y negras (palenques) y las
insurrecciones mestizas comuneras (Galán, siglo XVIII),
luchas obreras y guerras civiles, hasta las formas y
presencias del conflicto histórico-social contemporáneo,
que cubre el siglo XX y se mantiene en una etapa crítica en
los inicios del siglo XXI. Es la historia trágica de
Colombia similar a la de Nuestra América, que dijera Marti.

En todas estas etapas de nuestra vida social, el pueblo han
mantenido en sus sectores más avanzados, una constate
histórica: trabajo comunitario, marcado en su lucha por la
supervivencia.

Esta situación a pesar de sus dificultades y obstáculos,
altibajos y efectos de la dominación de las clases
oligárquicas y plutocráticas dominantes -que no
dirigentes- en su interior y de las diversas formas de
subordinación colonial impuesta para dividirlo y
enfrentarlo, hasta nuestros días. Esta visión de la
historia -vista desde abajo-, está por investigarse y
reconstruirse a profundidad, para rescatar su formidable
legado de experiencias promisorias miradas en prospectiva,
como se propone en este evento de aproximación de
pobladores, a escala continental latinoamericana y del
Caribe.

2. Proceso de la acción comunal en Colombia

La actividad comunitaria o trabajo comunal, mantiene su
presencia en la construcción material e institucional de la
república (siglos XIX y XX) y se manifiesta en la
organización de pobladores y sectores rurales y urbanos, a
través de juntas, comités de trabajo, reuniones de vecinos,
familiares y paisanos, para desarrollar tareas conjuntas de
desarrollo, acción, solidaridad y ayuda mutua.

Las tareas de desarrollo social –físico e institucional-,
se encuentran al identificar las acciones comunales y
prácticas sociales de trabajo conjunto –espontáneo u
organizado-, como las formas conocidas bajo la denominación
de minga, fagina, ronda, mano vuelta, convite, bazares,
rifas y piquetes colectivos, juntas de mejoras y ornato,
entre otras formas de movilización conjunta de voluntades y
trabajo para fines colectivos.

Bajo estas condiciones se generan actividades en función de
la colonización de tierras, la construcción de caminos
veredales y obras de infraestructura como escuelas, centros
de salud, viviendas, iglesias, capillas, vías, casa
comunales, acueductos, vías, puentes, siembras, arreglos
de labranza, acopios, recolección de cosechas, etc. En un
documento oficial se afirma que más del 30% de la
infraestructura nacional ha sido construida con el trabajo
no pagado de la acción comunal.

El desarrollo material del país y su crecimiento
democrático, manufacturero, industrial, agrícola,
manifiesto en los procesos denominados de urbanización
(quizá ruralización cultural urbana), dentro de marcadas
formas de explotación, inequidad y exclusión, expresados en
la práctica social tradicional y el control institucional.
Esta realidad se halla objetivada en los indicadores de
concentración de la propiedad, acumulación creciente,
pobreza y miseria colectivas, necesidades básicas
insatisfechas, abandono, inmigración al extranjero ( 10% de
la población de 44 millones de habitantes dispersos en 1
millón 200 km2, aproximadamente y 900 Km2 de mareas en el
Caribe y el Pacífico), además del reciente desplazamiento
forzado producto de la crónica guerra social interna, el
modelo económico expulsador y el conflicto generalizado.

Esta situación se ha visto marcada dramáticamente en las
últimas décadas, con la variable de la narcoproducción y el
narcotráfico, las guerrillas (FARC-EP, ELN, entre otros
frentes), el paramilitarismo ( Autodefensas Unidad de
Colombia- AUC), junto con la represión institucional, ahora
internacionalizada mediante la participación de los Estados
Unidos en el denominado "Plan Colombia" (Plan Colonia dicen
los graffitis) y las estrategias y políticas bélicas
contra el terrorismo. Esta nueva variable es el producto de
la reacción del Presidente Bush II, estimulada por los
monstruosos actos del 11 de septiembre del 2001 contra las
Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en
Washington.

El estimativo general de combatientes directos entre los
grupos armados y el establecimiento es de cerca de
300.000 hombres, mujeres y niños vinculados directamente a
la confrontación, bajo formas irregulares o
institucionalizadas. Los muertos tienen relaciones con el
número de actores que actúan en los escenarios rurales y
urbanos y se acerca a más del millón si contamos las
guerras civiles de los siglos XIX, XX y lo que va del XXI,
sin especificar la destrucción de bienes y riqueza real y
potencial.

En líneas gruesas y generales y dentro de estos círculos
turbulentos de la historia de Colombia y sus contextos
mundiales, se ha desarrollado la acción comunal existente
en nuestro país, lo cual significa y explica su desarrollo
desigual y a veces contradictorio, pero también sus
valiosas experiencias sociales acumuladas y sus tremendas
dificultades y obstáculos para su desarrollo. Pero lo
valioso de la acción comunal, es que posee simultáneamente
enormes potencialidades para fortalecer el proceso de
modernización y profundización democrática, desafío y reto
de la hora presente que está en marcha.

3. El aquí y ahora comunal en Colombia.

El proceso de institucionalización (no creación como hemos
visto en el perfil de nuestra historia social), de la
acción comunal en Colombia, se halla en unos pocos
artículos de la promiscua Ley 19 de 1958, atravesando una
serie de peripecias y portafolios legales y reglamentarios,
pasando de control inicial del Ministerio de Educación al
de Gobierno, al control político del hoy Ministerio del
Interior, bajo la Dirección General de Acción Comunal y la
Participación –IGEDACP (antes DIGIDEC).

Esta entidad ( DIGEDACP), está en proceso general de
desmantelamiento, feria y marchitamiento del Estado;
planteándose su eventual eliminación, dentro de las
políticas de reforma y descentralización formuladas por el
nuevo gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez (período
constitucional agosto 2002-2006), adscribiendo sus
funciones a los Gobernadores y Alcaldes de las diferentes
entidades territoriales ( 32 Departamentos Bogotá como
Distrito Capital y cerca de 11 000 municipios)

En el orden normativo se acaba de expedir la Ley 143 del
2002 (junio 5) por medio de la cual se desarrolla lo
referente a la organización, funcionamiento y vigilancia de
la acción comunal.

El Censo Comunal Calificado de 1993, diligenció a través de
cerca de 800 mil comunales con apoyo institucional, más de
32 mil formularios sobre un total de 42.582 Juntas de
Acción Comunal registradas oficialmente con personería
jurídica.

En la actualidad las juntas de acción comunal tienen
cobertura en la totalidad de los municipios, veredas
rurales y barrios, comunas y corregimientos, de las
ciudades de Colombia, contando con una total de cerca de
50.000 juntas de base de acción comunal, articuladas a las
Asociaciones Municipales, Federaciones Departamentales y
Distrital y Confederación Nacional Comunal. El número de
afiliados directos se acerca a los 3 millones de personas
(hombres, mujeres y jóvenes mayores de 15 años). La
influencia indirecta se acerca al doble de militares,
pasivos y activos. Esta la razón para convertirse en un
botín electoral de los politiqueros, especialmente a través
de la perversión de los denominados auxilios parlamentarios
o contratación regional, fruto de la reforma constitucional
de 1968, que ha sido camuflada en diversas oportunidades
mediante practicas similares.

La acción comunal ha tenido 17 Congresos Nacionales desde
1970 hasta el año 2001, cada dos años y participo en la
Mesas de Trabajo, la Constituyente y la Comisión especial
Legislativa de 1991, contribuyendo con sus delegados y
aliados, a consagrar principios sociales básicos como la
participación ciudadana y comunitaria en varias instancias
públicas como la planeación y el fortalecimiento de las
formas asociativas de la economía y propiedad solidaria,
entre otros principios y normas sobre derechos
fundamentales.

La acción comunal de Colombia, dentro del pluralismo
cultural y étnico que caracteriza nuestro país, es
pluralista en lo territorial, social, político y cultural,
manteniendo su unidad orgánica aún cuando con desarrollo
desigual y cobertura nacional en su estructura operacional.
Lo cuantitativo es relevante y lo cualitativo está
retrasado, pero en proceso constante de modernización y
profundización democrática.

Este perfil, quizá explica los impactos de la crisis que
viene acosando históricamente a movimiento comunal,
mediante la cooptación o manipulación clientelista, como
hemos anotado, por parte de algunos de sus líderes
tradicionales. Las mayorías comunales responden a los
intereses, aspiraciones y sueños populares y sociales. Sin
embargo, subsisten espacios para los oportunistas y las
prácticas amañadas de la politiquería tradicional y la
corrupción de los auxilios y contratos, producto principal
de la pobreza crítica y la alineación política. Además, los
embates de la multiviolencia contra el movimiento comunal,
que ha significado muertes violentas, aislamiento,
discriminación, deserción o persecución sectaria a muchos
comunales progresistas y democráticos, asumida por los
diferentes actores, propios y ajenos, que se disputan el
espacio y el control social de la acción comunal,
reproduciendo el entorno tradicional de exclusión,
persecución y violencia, hacen parte del proceso
comunitario.

Frete a esta situación, recientemente la Confederación
Comunal Nacional, ha declarado su autonomía e independencia
frente al conflicto armado sin alinearse con la subversión,
el militarismo institucional o paramilitar a los gobiernos
de turno, acogiendo la tesis de solución política al
conflicto social armado, como estrategia y compromiso
recíproco de paz democrática con reformas económicas,
sociales, políticas e institucionales, en el marco del
progreso colectivo, sin exclusiones.

Esta posición es consecuente con su visión, vocación,
trayectoria y comportamiento histórico, por lo cual la
propuesta de unidad y solidaridad continental de los
pobladores de América Latina y el Caribe para enfrentar
los retos y desafíos de la época, es un reflejo de su
propia naturaleza y razón de ser.

Dentro de esta revolución histórica cabe anotar la
presencia y desarrollo de otras formas de organización
social y comunitaria como el sindicalismo, el
cooperativismo, el mutualismo, el agrarismo, las etnias,
movimientos campesinos y de mujeres, jóvenes, de tercera
edad y otras organizaciones, dentro de las cuales militan
comunales o practican alianzas coyunturales.

4. La Globalización y la acción comunal

Es pertinente señalar que los cambios profundos marcados
por la denominada sociedad de la información y el
conocimiento si no determinan si condicionan gran parte
nuestra actividad social y comunitaria.

En esta línea de pensamiento, consideramos que desde el
derrumbe de la Unión Soviética y la caída del muro de
Berlín en 1989 con la eliminación de la denominada "guerra
fría", se consolida la hegemonía norteamericana en la
expansión del capitalismo a nivel mundial, y se perfila una
nueva guerra por el predominio y el control de recursos
como el petróleo y los mercados mundiales y regionales,
con el pretexto de combatir el terrorismo con terrorismo
que envuelve una afirmación de las estructuras de control
hegemónico de la economía mundial, mediante los aparatos
financieros de las transnacionales a nivel planetario.

La presencia de bloques geopolíticos y geoeconómicos, como
la Unión Europea, las organizaciones regionales en Asía,
África y América Latina y el Caribe, ALCA, OMC, junto con
la NAFTA (EE.UU. Canadá, México), G7, G3, Comunidad Andina,
Mercosur, Mercado Común Centroamericano y del Caribe, entre
otras manifestaciones concretas de organización regional y
mundial, comprometen la visión, misión, funciones y
acciones de las comunidades si apuntan a comprender la
necesidad de alianzas estratégicas para organizar con el
destino inmediato y futuro democrático participativo de sus
pueblos, como componente orgánicos de su vida social
nacional y regional.

Para efectos de una mayor claridad en la formulación de
estrategias y políticas sociales, consideramos importante
diferenciar la globalización cultural, materia de la
sociedad de la información y el conocimiento como algo
irreversible producto del desarrollo humano en los campos
de la ciencia y la tecnología de todo lo cual debemos
apropiarnos, en relación contraria con la
internacionalización de la economía, modo y modelo
neoliberal reversible, el cual debemos sustituir por un
modelo de economía solidaria alternativa, puesta al
servicio de la liberación del hombre y la sociedad. Debemos
esclavizar la economía para que e hombre sea libre y no
esclavizar al hombre para que la economía sea supuestamente
libre por el mecanismo fundamentalista del mercado. Es el
humanismo social lo que debe imperar por encima de los
demás imperios.

5. La organización de pobladores Latinoamericanos y del
Caribe.

Sin incurrir en el fetichismo normativo, en cuanto
consideramos que las normas no hacen los cambios, pero
conocerlas pueden facilitar el trabajo comunitario para
generar los cambios que la sociedad requiere, invocamos en
este evento la Constitución Política de Colombia de 1991
todavía vigente a pesar del contrareformismo de moda, al
señalar en su Preámbulo que el pueblo de Colombia se
compromete a impulsar la integración de la comunidad
latinoamericana y en su Art. 8, indica, también
textualmente, que – respetando la autodeterminación de los
pueblos-, la política exterior de Colombia, se orientará
hacia la integración latinoamericana y del Caribe.

En este orden de principios, presentamos como participantes
de la acción comunal de Colombia, un saludo fraterno al
pueblo cubano en su difícil y complejo proceso histórico
revolucionario –marcado por el proceso geopolítico y
económico practicado por sectores dominantes de Gobiernos
norteamericanos abonado por el abandono de algunos de sus
antiguos aliados. El esfuerzo tesonero, continuo y
consecuente en la línea de profundos caminos sociales,
especialmente apoyados por organizaciones sociales como los
Comités de Defensa de la Revolución, testimonian la
importancia y significado de la organización comunitaria.

Las conquistas básicas de la revolución cubana, han sido
reconocidas mundialmente por organismos como UNICEF, OMS,
ONGD y otras entidades internacionales, en lo referente a
sus avances ejemplares en el campo de la educación, la
salud, la solidaridad y el fortalecimiento de formas
asociativas de propiedad solidaria, elemento que aseguran
el proceso de consolidación del legado democrático y
revolucionario de Cuba.

Frente a los nuevos rumbos de la sociedad humana y el
denominado "choque de civilizaciones" en el siglo XXI, en
el marco de las contradicciones y catástrofes sociales y
regionales de la década de los 90s, evidentes en América
Latina, El Caribe y los países subdesarrollados del mundo,
entre el modelo neoliberal de economía internacional de
mercado, controlado y dirigido por los monopolios del
capital financiero internacional liderado por los Estado
Unidos y los pueblos signados por el atraso y la pobreza,
es necesario tomar claras posiciones de lucha social y
democrática. Esta situación objetiva, hace -necesario y
urgente-, impulsar alternativas democráticas, organizadas y
movilizadas concientemente, para enfrentar el desastre y la
total subordinación neocolonial practicada a través del
neoliberalismo fundamentalista y el monopolio de la ciencia
y la tecnología.

Estamos presionados y chantajeados a través de
instrumentos, como el ALCA que apunta a la OMC
proyectando su consolidación para el año 2005, incluyendo
la participación de China con su modelo social de mercado
y la Unión Europea con sus marcas social democráticas y el
área escandinava. Es de presumir la imposición del
denominado II mercado libre "para cuyo acceso real se
hallan excluidos desde ahora los pueblos marginados y
marginales del mundo, incluyendo a Latinoamérica y El
Caribe, en la medida de su pobre capacidad de compra y
acceso a ese mercado libre, precaria producción,
intercambio y acumulación democrática".

Frente a la elitización monopólica –internacional e
interna-, dominada por el capital financiero internacional
y el adelgazamiento o desmantelamiento de los Estados-
Nación, (eventuales muros de contención de la arbitrariedad
para practicar la equidad y la justicia social frente a los
abusos del modelo neoliberal internacional o local), en
cuanto son trasladados, desintegrados y desplazados
sistemáticamente a los centros de poder y decisión de
niveles tecnográfico y plutocrático internacional como el
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Tribunal
Internacional de Justicia, OMC, entre otros organismos
supranacionales, solo cabe la unidad y solidaridad
internacional y regional de los