La realidad rural de Chile

2000-11-28 00:00:00

La producción capitalista en Chile, en su expresión neoliberal, con ocupación
masiva de trabajo asalariado se ha extendido hasta dominar sectores en que
antes de 1973, predominaba la pequeña producción silvoagropecuaria
independiente.

En este camino, grandes empresas de producción y comercialización, dominadas
por capitales transnacionales, obtienen inmensas utilidades que les permiten
ir avanzando en el proceso de concentración de la propiedad en la estructura
productiva de la agricultura, provocando como consecuencia la proletarización
de amplios sectores de campesinos/as y de pequeños y medianos empresarios
agrícolas, los que se expresan como trabajadores y trabajadoras asalariados,
temporales o pequeños/as agricultores/as que se incorporan a esa condición.

En 1970 el 24,9% de la población de Chile vivía en el sector rural, la que
descendió a un 15% en 1998, disminución motivada por la perdida de la tierra,
de puestos de trabajo y el éxodo obligado de campesinos a las ciudades.

El sector silvoagropecuario hoy, aporta un 6% del Producto Interno Bruto y un
25% de las exportaciones del país.

La agricultura en Chile ha sufrido un proceso de crecimiento explosivo, a
partir de la implantación del modelo económico neoliberal en los años 70,
liderado por el fuerte desarrollo del sector frutícola, cuyas exportaciones
aumentaron 16 veces entre 1977 y 1994. Esto provocó la disminución del
sector destinado a cultivos tradicionales para consumo interno.

El sector forestal, por su parte, ha tenido un gran crecimiento durante los
últimos 25 años, producto del subsidio a la forestación entregado por el
Estado. Situación que ha permitido a las grandes empresas del sector
capitalizarse y obtener inmensas utilidades, las que no se han traducido en
un mejoramiento del nivel de vida de sus trabajadores.

Desconociendo el enorme impacto producido por el proceso de Reforma Agraria
que elimino el latifundio improductivo, llevado a cabo durante el gobierno de
Eduardo Frei Montalva y profundizado en el gobierno de Salvador Allende hasta
1973, y como producto de las políticas neoliberales impuestas por la
dictadura, la propiedad de la tierra ha vuelto a concentrarse en pocas manos.

El 1% de las explotaciones del país posee el 73% de la superficie
agropecuaria y forestal. En el otro extremo, las explotaciones de menos de 5
has. que representan el 41% de éstas; disponen de sólo un 7% de la tierra.

La pérdida de la tierra por parte de los campesinos ha sido una de las
constantes del sistema. Así, en el último decenio estos han perdido más de
dos millones de has. Las causas se originan:

En la etapa de la contra reforma agraria o reforma agraria neoliberal,
aplicada por la dictadura, con la apertura del mercado de tierras, suspención
del crédito y asistencia técnica a los campesinos;

En un fuerte endeudamiento - DLS$ 56.000.000.-, crédito al que han tenido que
acceder los campesinos para ser competitivos y

A la presión ejercida por las grandes empresas agroforestales ávidas de
nuevas tierras.

Al igual que la concentración en la propiedad de la tierra se ha producido
también una fuerte concentración de las aguas, en manos de grandes
transnacionales, mineras y generadoras de electricidad.

Los resultados de 25 años de aplicación sistemática de políticas neoliberales
pueden apreciarse en los siguientes indicadores relacionados con las
condiciones de vida del campesinado.

De las 127 comunas declaradas como las más pobres, 100 son rurales. En
ellas, el 69% de las viviendas tiene carencias materiales y de saneamiento,
el 47% carece de electricidad y el 74% de agua potable.

La mortalidad infantil en el sector rural es de 40 por mil, 2,8 veces mayor
que en el sector urbano.

La situación previsional de los trabajadores del sector rural se caracteriza
porque más de un 58% de los ocupados no cotiza en ningún sistema, los cuales
son privados y transnacionales.

De los trabajadores del sector rural, un 30% lo son por cuenta propia y
obtienen un ingreso equivalente al 52,8% del ingreso de trabajadores de igual
categoría del sector urbano.

En 1998 el ingreso promedio de los asalariados rurales representaba tan sólo
un 48% de los ingresos de los trabajadores del sector urbano.

La tasa de analfabetismo en el sector rural en el año 1998 alcanzaba niveles
de 14,2% comparado con un 3% del sector urbano y la escolaridad en la
población de personas mayores de 15 años era de 6,5 años, contra 9 años en el
sector urbano.
La población pobre del país, está constituida mayoritariamente, en un 48,5%;
por niños, adolescentes y jóvenes menores de 29 años de edad.

El actual modelo genera altos niveles de contaminación química, al utilizar
indiscriminadamente pesticidas que han sido prohibidos en los países
desarrollados, Estados Unidos y Europa; deteriorando el equilibrio biológico
en la agricultura, y afectando seriamente la salud pública.

La agricultura se ve también amenazada por la contaminación minera e
industrial. La contaminación de tierras agrícolas por metales pesados es un
hecho extremadamente grave en la zona centro-norte del país.

El actual modelo nos llevará, además, a la pérdida de la diversidad
biológica. El mantenimiento del monocultivo, principalmente en la producción
forestal y el empleo de semillas transgénicas empobrece genéticamente la
producción reduciendo la diversidad biológica.

El actual modelo ha significado profundas transformaciones en las relaciones
laborales y en la ocupación. Asimismo, se ha modificado la condición de
trabajadores permanentes a temporeros y temporeras y/o trabajo parcial,
fuertemente explotados por carecer de sindicatos que puedan proteger sus
derechos laborales.

El país ha mostrado índices de crecimientos significativos de su economía
hasta el año 1998. La tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto entre
los años 1990 - 1998, ha sido en promedio de un 7,8%. Las exportaciones han
aumentado en un 9,87%, la inversión se ha incrementado en un promedio de un
12% anual, la productividad del trabajo ha crecido significativamente y sin
embargo, las consecuencias para la mayoría de los habitantes del mundo rural
han sido la inseguridad, el trabajo precario, la concentración de la tierra,
de la riqueza y el poder en manos de grandes empresarios nacionales y
transnacionales, los cuales niegan a los campesinos y pequeños y medianos
productores la posibilidad de controlar su propio destino.

En los últimos 30 años la distribución del ingreso no ha variado
significativamente. Así, el 20% de los hogares más ricos capta un 57,3% de
los ingresos, en tanto que el 20% más pobre tan sólo recibe el 3,7%;
transformando a Chile en el tercer país del mundo con mas mala distribución
del ingreso per capita.

En el país hay más de 250.000 pequeñas propiedades campesinas que están
enfrentadas a una dura lucha por la sobrevivencia, dadas las condiciones
desfavorables en que ellas se desenvuelven, producto de las políticas
neoliberales llevadas a cabo por la Dictadura y los gobiernos de la
Concertación.

La situación de deterioro y vulnerabilidad de la propiedad campesina y de las
pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias, se han visto agudizadas por
la incorporación del país a los nuevos tratados internacionales, como el
Mercosur, ya que no se han tomado las medidas de protección para la pequeña
agricultura.

Las organizaciones campesinas hasta 1973 agrupaban 313.700 afiliados. Como
resultado de la represión desatada por la dictadura militar y la
implementación del modelo neoliberal con las consecuencias descritas en este
documento, en 1990 existían solo 73.550 afiliados; situación que ha
continuado deteriorándose hasta hoy.

Según el censo de población de 1992, había en Chile 998.385 indígenas, lo que
correspondía al 10,33% de la población del país. Los aspectos no resueltos
por el Estado chileno serian el no reconocimiento como pueblos originarios y
el desconocimiento de sus culturas y lenguas. La situación mas aguda se
centra en la pobreza, el analfabetismo, los conflictos de tierras y la
autodeterminación territorial.

El sistema neoliberal reproduce y agudiza la pobreza, al generar sistemas
monopólicos en la producción y distribución de los productos de la
agricultura; desconoce la necesidad de la sustentabilidad de los procesos
productivos, degrada y destruye el medio ambiente, al modelar sistemas de
explotación que buscan la máxima ganancia monetaria, sin considerar que la
producción agropecuaria se rige por leyes propias, que no siempre se
compatibilizan con las leyes del mercado neoliberal.

Hoy la agricultura chilena vive una profunda crisis que se expresa en los
siguientes puntos:

La creciente pérdida de capital natural por expansión de la erosión y la
pérdida y contaminación de suelos agrícolas.

La dependencia creciente de la producción de insumos importados y la
creciente contaminación ambiental que estos generan en la agricultura.

La creciente dependencia y pérdida de la seguridad alimentaria del país.

La pérdida del germoplasma por apropiación y patentamiento por organizaciones
transnacionales; perdida de la diversidad biológica y del conocimiento
agrario, producto de las nuevas prácticas agronómicas.

La concentración de la propiedad y la pobreza de recursos e infraestructura
que afecta a los sectores rurales.

La precariedad y disminución del empleo en la agricultura.

El empobrecimiento de las comunidades rurales campesina e indígenas.

La distorsión del espacio rural que hoy es visto sólo como un sector
proveedor de alimentos y maderas para la exportación y de rentabilidad de
corto y mediano plazo.

Crecientes conflictos intersectoriales por el uso múltiple del territorio.

La ausencia de políticas para el ordenamiento territorial y el manejo de
cuencas hídricas.

Nuestro concepto de economía eficiente, moderna y desarrollada es inseparable
de la justicia social, de la liquidación del desempleo masivo y del trabajo
precario, de la soberanía y seguridad alimentaria, derecho a la tierra y
defensa de la agricultura campesina.

Propiciamos, por tanto, una economía al servicio del Ser Humano, que se
exprese en un Proyecto Nacional de Desarrollo.

Superar la dependencia y resolver las necesidades de la mayoría, exige
cambiar el modelo económico Neoliberal imperante en el mundo y enfrentar con
organización y determinación el poder del gran capital y sus privilegios a
nivel nacional e internacional.

Nehuen,
Surco,
Anamuri,
Confederación de Trabajadores Forestales de Chile/CTF.

CLOC Chile,
noviembre 2000